30 jun 2014

Jersey Boys, persiguiendo la música: El musical de Clint

* * * *   MUY BUENA

Si hay algo que me llama poderosamente la atención es el género del musical. Y que, justamente, sea el versátil y aclamado Clint Eastwood el que proponga una película de ese género, es algo que genera expectativas. Hay que reconocer que el veterano director/productor/actor, aún a su edad, ha asumido un desafío cinematográficos mas grande del que uno cree con esta cinta. Me vinieron a la mente obras como “Los Imperdonables” (1992), “Río Místico” (2003) y “Million Dollar Baby” (2004)” y pensaba sobre el resultado final de “Jersey Boys”, una propuesta diferente en relación a su filmografía. Es que el musical es un género que puede tornarse en un arma de doble filo para un director: un éxito o no tanto. Y muestra de ello es el caso de Tom Hooper con “Les Misérables” (2012). A pesar de ese ejemplo, creo que Clint sale airoso ofreciendo un trabajo que, sin renunciar a su particular estilo, resulta atrapante.
Eastwood no aborda su cinta al estilo de los clásicos musicales de mediados del siglo XX ni de películas de nuestro siglo como “Moulin Rouge” (2001), “Chicago” (2002) o “Soñadoras” (2006). Mas bien, se acerca al biopic con tintes musicales como “Ray” (2004) o ”Jhonny & June, pasión y locura” (2005). Es en esa decisión artística donde todo su talento y pericia van por un camino seguro en el que recrea para la gran pantalla el exitoso musical homónimo de Broadway, ganador de un premio Tony.
La historia cuenta la vida de cuatro jóvenes de Nueva Jersey, desde sus inicios en la delincuencia juvenil hasta la formación de una de las bandas de rock más influyentes de la década de 1960: “The Four Seasons”. Un paseo por sus primeras aventuras, el génesis de la banda, sus grandes éxitos musicales, la fama adquirida, sus vidas familiares, sus problemas de convivencia y la separación definitiva. Un trayecto que atraviesa más de tres décadas.
Debo reconocer que la trama parecía achatarse durante los primeros minutos, pero a lo largo de su desarrollo mostró todo su potencial. Un ascenso que se disfruta. Cada uno de los cuatro protagonistas tiene momentos en que cuentan sus experiencias directamente a la cámara, en primera persona, y eso lo hace interesante. Pero donde más brilla el guión es en la tensión entre los personajes, en las peleas; es decir, en los momentos de drama intenso donde se desnudan las miserias, las envidias, los roces y los cuestionamientos. Hay una riqueza indiscutible en esa faceta del libreto, la que es posible gracias a las formidables actuaciones del elenco, encabezado por John Lloyd Young, Erich Bergen, Michael Lomenda, Vincent Piazza y Christopher Walken. Tanto el primero como el último brillan: John interpretando fielmente al vocalista de la banda, Frankie Valli; y Christopher al mentor de éste (un “Padrino” particular).
En ningún momento vemos una proyección de una obra teatral al cine como suele suceder a menudo con los musicales. Es, sencillamente, una película de principio a fin. Quizás, a modo de homenaje, Clint monta un número musical antes de los créditos finales, en donde todo el elenco baila al son de una de las aclamadas canciones de la banda. Y es un montaje impecable y disfrutable a más no poder. Un cierre casi mágico.
Con sus largos ochenta años, Clint Eastwood sigue demostrando que ningún genero le queda pequeño (o muy grande) y que es uno de los grandes directores que se reinventa y se adapta a lo que se le ponga en frente, con seguridad y sin miedo a nada.

Crítica realizada por Leonardo Arce.



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