23 jun 2014

Ida: Un elegante revisionismo histórico

* * * *   MUY BUENA

"Ida” es la cinta elegida por la República de Polonia para la temporada de premios de cara a los Oscar 2015. Y es una fortuna que los cines de nuestro país la hayan proyectado, con esas “presuntas” intenciones de traer a nuestras pantallas exponentes que amplíen el abanico de ofertas para diversificar los gustos del público.
Esta película es abordada en una época de transición para la historia contemporánea de Polonia (1960), tocando una de las páginas más negras de la historia de Europa y la humanidad. Creo que la cinta es, para los habitantes de aquel país, una experiencia que los moviliza de una manera más sensible que al resto de los espectadores. Y en medio de este marco, el guión encuentra la vía idónea para poner sobre la mesa una perturbadora búsqueda de la identidad, la memoria y la justicia.
La Polonia de la posguerra se encuentra atravesada por la dominación soviética que suplantó la dominación nazi y por las consecuencias del antisemitismo. Anna es una novicia que, antes de tomar sus votos, se ve obligada a visitar a su único familiar vivo: su tía. Tras ese encuentro, sabrá que su verdadero nombre es Ida, la hija de un matrimonio judío víctima de la persecución nazi. Ambas decidirán ir en búsqueda del pasado para que una de ellas descubra sus raíces y su historia y para que la otra alcance la justicia y su paz interior.
Desde el punto de vista estético, no hay nada que reprochar. Cuenta con un trabajo fotográfico envidiable que me hizo recordar mucho a la alemana “La Cinta Blanca” (2009). La excelente dirección utiliza magistralmente planos cortos e intimistas que regala escenas de gran belleza. En definitiva, cada elemento está colocado cuidadosamente para retratar el comunismo imperante, la sencillez y la devastación de la posguerra. En este sentido, alcanza ese objetivo. Pero hay algo que no me permite conectar completamente con la historia. Si bien el guión está muy bien concebido, creo que le faltó un poco de emotividad, quedando dentro del denominador común que presenta muchas veces el cine europeo oriental: la frialdad y la carencia de sensibilidad. Puedo aceptar que esa ausencia de emociones o de explicitación de los sentimientos de los personajes sea una elección artística, pero particularmente prefiero una cinta que genere algo en el espectador, que no lo deje indiferente, que motive, que exaspere o que entristezca, sin caer en el golpe bajo. Esa frialdad se hace muy evidente en su final, un tanto abrupto que produce un gusto amargo.
He aquí la película que puede arrebatarle el Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa a nuestros “Relatos Salvajes” (2014). A esta altura no es descabellado pensar que ambas películas lleguen a ser candidatas a este premio. Pero Damián debería quedarse tranquilo porque su cinta tiene ese torbellino de emociones de la que la polaca carece casi por completo (sí; en este párrafo está hablando exclusivamente mi corazón).
Mas allá de todo eso, es innegable que las heridas de la posguerra siguen dando tela que cortar en términos cinematográficos, aunque en los últimos tiempos mediante películas de dudosa eficacia. Pero “Ida” es un claro ejemplo de cómo poner de manifiesto un momento histórico con cierta incomodidad y de plasmar una búsqueda de identidad, memoria y justicia de manera tal que no reconozca las barreras del tiempo y el espacio. Válida ayer, hoy, mañana y en cualquier lugar.

Crítica realizada por Leonardo Arce.



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