16 jun 2013

La cacería: Los niños, ¿siempre dicen la verdad?

* * * * * EXCELENTE

Grata es la sorpresa cuando uno se choca con un drama que refiere a temas complicados de abordar. Y más grato es el hecho de que ese abordaje sea comprometido, profundo, serio y pulcro 
cinematográficamente. “La Cacería” es eso y mucho más; es una película que desnuda los prejuicios, la culpa, las presiones, la venganza, la amistad y, fundamentalmente, la redención. Una multiplicidad de factores que penetran tangencialmente en los sentimientos del espectador, quien termina comprometido con la trama y sin poder mantener una neutralidad emotiva.
El director danés Thomas Vinterberg nos propone una historia compleja y difícil, en la que Lucas (Mads Mikkelsen) sufre las consecuencias de un divorcio conflictivo al perder el contacto con su único hijo, Marcus. Enfocado en su tarea de profesor en una guardería infantil de un pequeño pueblo, trata de reconstruir su vida hasta que Klara (Annika Wdedderkopp), una niña de cinco años e hija de su mejor amigo Theo (Thomas Bo Larsen), lo acusa de haberle hecho cosas impropias para su edad. A partir de esa acusación, Lucas deberá enfrentar las mirada de reproche de todos miembros de la comunidad, padecer una investigación policial y recuperar a su hijo, quien cargará con la culpa que le atribuyen a su padre, pretendiendo limpiar su imagen; y Klara deberá convivir con la presión psicológica que sus padres ejercen sobre ella cuando pretende reconocer su error.
El guión es impecable, plagado de escenas que se sustentan en principios incuestionable, tales como la inocencia de la víctima y la culpabilidad del victimario, principios que parecen encontrar justificación suficiente en la idea de que “los niños nunca mienten”. Theo lo manifiesta a la perfección en su parlamento cuando afirma: “Conozco a mi niña, no miente, nunca lo ha hecho ¿Por qué iba a hacerlo ahora?”. Sobre esta noción se asienta la historia, permitiendo una reflexión sincera de las actitudes que cada personaje va desplegando a lo largo de la trama.
Y el problema del etiquetaje subyace a la trama entera: quien fuera sindicado como violador, jamás podrá quitarse de encima tal rótulo pues siempre habrá alguien que se encargue de recordárselo, ya sea a través de la mirada o del ejercicio de la violencia. Parece impensable la posibilidad de reivindicación en casos similares. Pero no es así; la historia vuelve a sorprender cuando esa reivindicación no parte exclusivamente de Lucas, sino de la propia comunidad. Si se denomina sinceramiento o curación de heridas colectivas, es lo de menos; importa rescatar el mensaje alentador que nos ofrece. El reconocimiento de la verdad a través de una mirada sincera y profunda de los ojos de una persona es algo que emociona, que deja un nudo en la garganta imposible de reprimir.
Este guión no hubiese producido los excelentes frutos que ha cosechado sin la pericia y el talento del director Thomas Vinterberg, quien embellece la película con planos perfectos de los bosques daneses en todas sus estaciones del año, creando un marco natural bello a la mirada del espectador. Uno se regocija ante escenas bien montadas y fotografiadas, que realzan actuaciones formidables, entre las que destaco con mucho placer las de Mads Mikkelsen (ganador del premio a la mejor interpretación masculina en el 65° Festival de Cine de Cannes) y Klara Annika Wdedderkopp, la niña, que ofrece una actuación profunda, a pesar de su corta edad.
Recomendable y atractiva de principio a fin, “La Cacería” no deja indiferente a nadie quien la vea. Y eso es demasiado fuerte de reconocer y experimentar. Hace tiempo que no quedo conmovido de todas las maneras en que una película puede hacerlo. Cuestiones morales van a venir a nuestras mentes y ya el dicho de que “los niños siempre dicen la verdad”, a partir de ahora, podrá ser cuestionado. Y mucho.

Crítica realizada por Leonardo Arce


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