7 sept 2014

Si decido quedarme: Alcanzame una cebolla así lloro

* *       REGULAR

Una nueva adaptación cinematográfica de una novela dirigida al codiciado público adolescente. Y encima con olorcito a secuela. Acá no falta nada: un amor adolescente que liga a la chica “freak” con al chico “cool” de la escuela, padres rockeros y bien liberales, pasión por la música, futuros incompatibles y un fatídico hecho que cambiará el rumbo de la vida de los personajes, son los elementos que se combinan en esta película que no propone nada que no hayamos visto hasta el hartazgo. Una estrella en ascenso como Chloë Moretz (“Kick-Ass”, “La Invención de Hugo Cabret”, “Carrie”, entre otras) tiene la épica misión de remontar una cinta que pretende “obligar” al público a que expida lágrimas. Realmente un bochorno.
Mia Hall (Chloë Moretz) es una típica adolescente chelista que busca ser admitida en el prestigioso conservatorio neoyorquino de Juilliard. Pero eso implicaría sacrificar su relación con Adam (Jamie Blackley), vocalista de una banda de rock local en pleno ascenso. En medio del proceso para resolver ese dilema, sufre un accidente automovilístico junto a su familia. Desprendida de su cuerpo, se transforma en un alma que puede mirar a su alrededor sin ser vista. Es así como ella deberá tomar una decisión: o irse o quedarse.
Viéndola recordé un poco a "Ghost" (1990), pero con una sutil diferencia: la protagonista no está muerta sino que, como si estuviera en un limbo, es un alma que se debate entre la vida y la muerte. Es por eso que la podemos ver deambular entre los pasillos del hospital. Y es así como la cinta se va construyendo, combinando su vida antes y después del accidente mediante flashbacks. Pero el resultado es lejos de ser efectivo: era ver dos películas distintas ensambladas en un estudio de edición sin un nexo válido.
También faltó un poco de tacto cinematográfico porque parecía que estuviésemos viendo una serie o un telefilm de esos que pasan por las tardes para rellenar espacios vacantes. Es un digno ejemplar para la videoteca de “Historias del Corazón” (sí, y ya creo estar escuchando de fondo “Someone Like You” de Adele). Y por si esto fuera poco, una multiplicidad de escenas entre la parejita que parecen sacadas del manual que se usó para la saga “Crepúsculo” y otras en las cuales un desfile de personajes (amigos, familiares e incluso una enfermera) le hablan al oído a la postrada inconsciente para que “no baje los brazos”. Todo está dispuesto para excitar nuestras glándulas lagrimales y la verdad es que esa clase de golpes bajos no tolero ni perdono. Apelar a ellos demuestra la falta de compromiso con el cine y una cachetada a los que lo disfrutan. Más que emoción, me causaba enojo.
Debo mencionar a Chloë Moretz quien, en mi opinión, es una actriz que no me cautiva, que no logra transmitirme ninguna emoción ni mucho menos captar mi atención. Pero hay que reconocer la fuerza de su interpretación. Ver a Chloë remar contra la corriente para salvar una película que se hunde a medida que avanza hace que le de un guiño a su trabajo.
Una pena no concluir que estamos ante una película que zafa ni ante un aglomerado de buenas intenciones malogradas. Puro clichés y condimentos de mal gusto. Nada más.

Crítica realizada por Leonardo Arce.


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