9 sept 2014

El Ardor: Un western en la selva misionera

* * *     BUENA

"El Ardor” es una película coproducida por Argentina, Brasil, Estados Unidos y Francia protagonizada por Gael García Bernal, quien también asume el papel de productor de la cinta. Aquí se cuenta una historia que rememora el clásico género del western hollywoodense, sólo que el lejano oeste es reemplazado por la selva misionera y el cacique indio, por un chamán. Es decir, “latinoamericanizaron” el género. Pero la defensa de la tierra y del hogar, los mercenarios implacables, las emboscadas y los duelos son elementos que persisten en esta cinta que apabulla y descoloca a la vez, en dosis similares.
La historia no está mal, sino que diversas decisiones de la dirección repercutieron en el resultado final. Nos presenta a Gael García Bernal interpretando a un joven y solitario chamán, quien comienza a trabajar en una plantación de tabaco. Pronto, todos se verán amenazados por tres mercenarios inescrupulosos decididos a apropiarse de los terrenos. Tras asesinar al dueño de la plantación y secuestrar a su hija su hija Vania (Alice Braga), el joven se verá envuelto en la obligación de restablecer el orden alterado.
Particularmente creo que hay buenas intenciones en el planteo narrativo, pero los modos en que su director, Pablo Fendrik, lo lleva adelante no ayudan a la obtención de una historia uniforme, ligera y atrapante. Doy razones. Una es el mal uso de los silencios. El silencio es un recurso que, bien utilizado, sirve como conducto para decir; para contar todo aquello que las palabras no son capaces de transmitir. En la película, los lapsos de silencio son acompañados, en algunos casos por música muy sinfónica que desentona con el ambiente natural selvático; y en otros, por sonidos naturales como viento y aves. Estos silencios solo me han producido cierta incomodidad frente a los escasos parlamentos de los actores y no han sido efectivos en ningún momento. En definitiva, no hay trascendencia en ese silencio, no nos cuenta nada y no permite hacer que la historia avance.
Por otra parte, las actuaciones son correctas, pero nada más. Aunque hay que reconocer que los personajes tienen ciertos matices que se generan en el marco de la hostilidad que emana del espacio en el que se desenvuelven. Un par de escenas denotan la visceralidad de los personajes y adquieren profundidad. Es el duelo entre los antagónicos de lo mejor que se pudo ver en la cinta.
Sí resulta altamente positivo el uso de los escenarios naturales que la selva misionera proporciona, empleados para remarcar la enormidad que envuelve a la problemática y a las acciones de los personajes. Particularmente, hubiese explotado aún más esos espacios para ponerlos en pantalla y enriquecer en imágenes el metraje.
En resumen, “El Ardor” es una buena película con una historia que prometía pero que queda a mitad de camino. No voy a esconder lo que a mí me ha producido: me ha aburrido casi la mitad de la cinta y el resultado zafa por un puñado de escenas que fueron como destellos en medio de lo que se me ofrecía. Verdaderamente una lástima porque había madera detrás de este trabajo.

Crítica realizada por Leonardo Arce.



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