3 mar 2015

Una segunda oportunidad (En chance til): Dura es la realidad; dura es la verdad

* * * *  MUY BUENA

¿Qué somos capaces de realizar para salvaguardar la integridad psico-física de nuestros seres queridos? ¿Cuáles son los costos morales de las decisiones que asumimos? ¿Qué criterios adoptan los individuos a la hora de evaluar si un estilo de vida debe imponerse sobre otro? Estos interrogantes se plantean y se desmenuzan en esta cinta danesa/sueca de 2014, protagonizada por Nikolaj Coster-Waldau (conocido por su interpretación de Jaime Lannister en la aclamada serie de HBO "Game of Thrones"). “Una segunda oportunidad” pretende subrayar diferencias, intenta ponerlas de manifiesto y configuran la plataforma ideal para reflexionar. Pero tal ejercicio reflexivo choca con el impacto que la trama produce: es fuerte y conmueve de tal manera que nadie puede mantenerse indiferente ni quedar exento de toda afectación.
Esta historia juega, como ya lo puse de manifiesto, con la diferenciación de dos cosmovisiones de vida diametralmente opuestas, puestas en el eje de nuestro protagonista (Coster-Waldau): por un lado, él y su compañero de trabajo; y por el otro, él y la familia en la que interfiere. El personaje principal es Andreas, un policía que acaba de ser padre de un hermoso bebé y tiene una familia bien constituida. Simón, su compañero, se acaba de divorciar de su esposa y se refugia en el alcohol y en la noche. Ambos tuvieron que intervenir en un conflicto doméstico: una pareja de consumidores de estupefacientes que hacen de la violencia diaria su forma de vivir y criar a un pequeño y descuidado bebé. Ciertos sucesos inesperados harán que Andreas deba asumir decisiones drásticas.
La trama deja muy en claro desde su inicio lo que "es" y lo que "debe ser". Una vida plena vs una vida menos plena; una familia feliz vs una familia violenta. Es en la magnitud de tragedia que vive nuestro protagonista (sin ánimos de ingresar de lleno en detalles, es necesario aclarar que se relaciona con los bebés de las familias) hace que tales contraposiciones vayan desequilibrándose para inclinarse hacia lo que Andreas quiere, piensa y asume que es lo mejor para "neutralizar los efectos de tal tragedia". Es un punto de inflexión en la película que permite pensar en los roles parentales y el lugar en que éstos son asumidos por personas distintas, con conflictos internos y formas de vivir diferentes: la mirada de ese rol signado por el amor y por la irresponsabilidad más inquietante. Tal contraposición es abismal.
La película invita a poner sobre la mesa esta reflexión genuina y directa sobre una trama que impacta por el nivel de conflictividad que plantea. En algunas ocasiones, no dará respiro. Pero dejando de lado esta faceta y metiéndonos en los aspectos cinematográficos, es loable el trabajo de Nikolaj Coster-Waldau, el gran artífice de esta cinta. Una interpretación desgarradora que va metiendo a su personaje en esta complejidad en la que se encuentra inmerso. Su actuación se apoya sobre un elenco secundario que brilla.
Una película que formó parte de la selección oficial del último Festival de San Sebastián y que puede resultar interesante aunque no menos impactante. ¿La recomiendo? Creo que la respuesta se desprende de esta reseña. Para el que busque la ocasión propicia para pensar y repensar un poco, y para el que busque sólo un encuentro con el buen cine.

Crítica realizada por Leonardo Arce.


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