1 sept 2013

Aprendices fuera de línea: Formando un equipo con potencial

* * *     BUENA

Es interesante ver cómo una comedia norteamericana presenta una historia sin aspiraciones a grandeza. Y más aún lo es cuando esa historia sencilla logra dar en el blanco, proponiéndole al espectador una película fresca y divertida, que no se viste con el ropaje de la comicidad barata y carente de gracia. “Aprendices fuera de línea” consiste en una comedia que no ofrece nada novedoso para apreciar, pero lo que plasma en la pantalla es, precisamente, la ausencia de ese ingrediente que el género está explotando hasta el hartazgo en los últimos tiempos: la ridiculez. 
La historia nos presenta a Billy (Vince Vaughn) y Nick (Owen Wilson), dos vendedores chapados a la antigua que se quedan sin empleo luego de que la empresa para la que trabajaban quiebra. Para sobrevivir a esa difícil situación, Billy y Nick se anotan en un programa de práctica para jóvenes becarios de una de las empresas más prestigiosas del mundo: Google. El problema radica en que, aparte de ellos, decenas de jóvenes universitarios inteligentes y capacitados aspiran a ingresar a la firma. Así, los protagonistas (que desconocen todo lo relacionado con el mundo “on line”) deberán asociarse con algunos de esos “capos” de la tecnología y formar un equipo de trabajo. Si consiguen cumplir con cada uno de los objetivos que los evaluadores les propongan, sus integrantes ingresarán a la planta de empleados. Las tareas que les presentan convierten a la competencia en una verdadera batalla. Pero para alcanzar la meta final, deberán mezclar y potenciar las capacidades y talentos dispares de los seis integrantes, consiguiendo el espíritu de equipo.
Vince Vaughn y Owen Wilson son dos actores que son funcionales al género de la comedia liviana y desprovista de gracia. Sus participaciones en esa película no los va a redimir de ese pasado. Pero el mayor mérito consiste en que estos dos actores de fama considerable se unen a jóvenes actores y logran una química agradable de disfrutar. Este es el punto fuerte que se proyecta en la película: el equipo que conforman va logrando una unidad y solidaridad que los puede catapultar al éxito. El embrión de ese espíritu lo vemos en una escena en la que el equipo juegan un partido de Quidditch pero a lo “muggle” (los que están familiarizados con el universo de Harry Potter me van a entender a la perfección), en el que, montados en escobas, deberán pasar pelotas por aros, eludiendo el individualismo y tratando de comportarse de manera colectiva. Como unos mosqueteros multiplicados, comprenden el lema de “todos para uno y uno para todos”. Y una vez que adquirieron ese sentimiento de unidad, el espectador se va a divertir viendo cómo van cumpliendo los objetivos con inteligencia, picardía y creatividad.
El mensaje que el guión nos deja es trivial y, quizás, demasiado explotado cinematográficamente. Y se suma el hecho de que la película no nos deja ningún aporte valorable para el género. Pero estas circunstancias no menguan el buen resultado que consigue porque con esta comedia se puede pasar un buen momento, se deja ver (no van a salir a pedir la devolución del dinero de la entrada) y te deja una moraleja para pensar (sólo si querés hacerlo). Una buena opción para reírse un poco.

Crítica de Leonardo Arce



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