19 feb 2014

La Grande Bellezza: Una búsqueda por los caminos de Roma

* * * * * EXCELENTE

Aquella ciudad eterna que brilla desde el corazón de la vieja Europa, aquella urbe que es la cuna del mundo occidental, aquella perla que emerge como un espacio de búsqueda intelectual, personal, espiritual y trascendental. Eso es Roma y configura el marco en el cual se despliega una historia que homenajea a la belleza misma. El director italiano Paolo Sorrentino nos ofrece una propuesta de una estética desbordante, asfixiante, ampulosa, delirante y mágica, que le ha valido el reconocimiento de la industria de Hollywood al premiarla con el Globo de Oro y el Oscar de la Academia en la categoría de "Mejor Película" de habla no Inglesa, entre numerosos premios.
Como una unión indisoluble, el director explicita las diversas perspectivas de una misma ciudad: la Roma imperial de la antigüedad, la Roma sagrada y pontificia, la Roma renacentista y antropocéntrica, y la Roma moderna y cosmopolita. Roma, responsable de tanta belleza y tragedia a la vez, constituye, para Jep Gambardella (Toni Servilo), un camino de búsqueda.
Las secuencias iniciales plasman el mix con el que nos toparemos a lo largo de toda la cinta. Nos introducen en una mirada casi élfica de Roma que se entremezcla con una fiesta fastuosa en donde una famosa canción de Raffaela Carrá eleva y excita el espíritu de una clase social acomodada, desenfadada, intelectual y deprimida. Y Jep es quien acapara todas las miradas desde un primer instante: es su cumpleaños y una vedette italiana venida a menos pregona: “¡Felicidades Jep! ¡Felicidades Roma!”. Porque Jep es, definitivamente, Roma misma.
Jep es un escritor exitoso y entrado en años que pasa su vida entre incisivas entrevistas a los más diversos personajes y los excesos de una vida nocturna activa y participativa. Pero tan sólo una pregunta constituye el disparador para que nuestro protagonista se replantee su propia vida: “¿Por qué no ha vuelto a escribir una novela?”. Habían transcurrido décadas de su aclamada y única obra, por lo que la búsqueda de una respuesta a ese interrogante lo hará transitar por todo el esplendor de Roma: sus edificios históricos, sus verdes y elegantes plazas, su arte tan variado, sus bellas mujeres, sus bares pintorescos, sus enloquecidas fiestas, su religión...
En ese camino de búsqueda, Jep no tan sólo recordará un antiguo y genuino amor, sino que también, cuestionará todo aquello que, por muchos años, le resultó cómodo y reconfortante. El hecho de salir de lo cotidiano y del terreno que le es propio para tratar de encontrarse con “aquella” respuesta apuntala diálogos de lo más atrapantes, incómodos, jugosos, envolventes y plagados de líneas que, con el tiempo, se transformarán en frases célebres del cine. Y la respuesta, la causa de todo ese viaje por Roma, termina siendo la búsqueda de la belleza. Jep aspiró a encontrarla en la magnificencia y no pudo. Pero a través del camino que transitó, descubre esa belleza en sus propias raíces, aquellas que nunca debió olvidar. Y eso es un nuevo comenzar para Jep; es el comienzo de la nueva novela que escribirá. Definitivamente, la belleza fue hallada.
“La Grande Bellezza” es, sin lugar a dudas, un gran recorrido que el espectador transita y contempla junto al protagonista. Con una fotografía más que maravillosa, una increíble sucesión de planos que retrata los lugares más bellos de la capital italiana y una música correcta que alterna lo clásico, lo retro y lo electro, la película apela a un esquema artístico impecable que sirve de hilo conductor para una historia que nos ofrece la posibilidad de repensar el concepto de belleza y de dotarlo de significado. Es una cinta que se disfruta de comienzo a fin, que deleita, que eleva, que produce paz. Es decir, que nos introduce en una Gran Belleza para no soltarla más.

Crítica realizada por Leo Arce.


1 comentario:

McGyver dijo...

De lo mejor que he visto en años. Una obra excelente que con el tiempo podría ser de culto.

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