24 ene 2014

Jack Ryan, Código Sombra: De héroes nacionales y conspiración soviética en ¿el siglo XXI?

* * *     BUENA

Jack Ryan está de regreso después de una década de ausencia. En esta oportunidad, el personaje (que terminara en manos de Alec Baldwin, Harrison Ford y Ben Affleck) recae en la piel de Chris Pine ("Star Trek"). A decir verdad, este regreso ha generado poco entusiasmo ya que la cinta, si bien cumple en los aspectos de entretenimiento, no prepara un terreno propicio para considerarla como un genuino relanzamiento del personaje.
La versión que nos propone Kenneth Branagh, un director tan versátil como para ofrecernos desde "Enrique V" (1989) hasta "Thor" (2011), nos cuenta el origen del héroe.
Ryan (Chris Pine) es un joven estudiante universitario en Gran Bretaña que, tras el ataque a las Torres Gemelas, es picado por el bichito del patriotismo y abandona su carrera para pelear en Afganistán, donde es herido por salvar a sus compañeros. No faltan los personajes que terminan de redondear la trama: la enfermera que rehabilita al protagonista (Keira Knightley), el agente de la CIA (Kevin Costner) que lo contacta para que se infiltre en Wall Street y el villano ruso (Kenneth Branagh) responsable de un plan que terminaría con la economía norteamericana y, por ende, mundial.
Hollywood no deja escapar ninguna oportunidad para enarbolar su espíritu nacionalista y sus sentimientos heroicos ­libertadores, sin dejar de desnudar sus miedos al "fantasma" terrorista y a la conspiración económica-­militar. Una fórmula tan atractiva como peligrosa que ha sido explotada en una multiplicidad de cintas. Pero desempolvar villanos rusos tributarios del espionaje soviético de la Guerra Fría en pleno siglo XXI resulta ser un mix llamativo y poco convincente, presentando un desfasaje histórico importante. Esa necesidad norteamericana de defenderse de enemigos extranjeros (tal como lo dice el personaje en su juramento) es explícita, pero buscarlos en Rusia (raro que no haya sido Irak), sin dosificación alguna, un poco que cansa: ¿es que acaso no hay enemigos internos? Es hora de que el cine hollywoodense hable de eso y deje de lado la premisa de “EE.UU. epicentro del mundo”. Un guión que no aspira a correr riesgos y apela a lo seguro. Sin embargo, no hay dudas de que Branagh hace un trabajo aceptable, en sus dos roles (director y actor), modernizando el personaje y presentando la trama de manera ágil y sencilla. Incluso Costner hace una buena interpretación en detrimento de Knightley, que está completamente desdibujada. Como producto final, te deja un sinsabor: plagada de clichés y frases prefabricadas, la historia hubiese naufragado sin la intervención de Branagh. Pulgares arriba para él.


Crítica realizada por Leo Arce.




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