* * * * * EXCELENTE
Es sumamente positivo recorrer caminos poco transitados y desconocidos para encontrarnos con sorpresas como la que ofrece la película “7 Cajas”. Hay que reconocer que el cine latinoamericano goza de buena salud ya que la excelente recepción que tiene en distintos festivales internacionales así lo acredita. Pero hay algo que es cierto: poco conocemos sobre la producción del séptimo arte en Paraguay. Y que justamente sea esta república vecina la que nos proporcione esta joya cinematográfica es algo para celebrar.
La trama nos sumerge en un mundo particular. El entramado de callejuelas que conforman el laberíntico mercado de Asunción es el lugar donde conviven clientes, comerciantes honestos, traficantes, delincuentes, trabajadores incansables y policías corruptos. Me hizo recordar a aquellos espacios en los que unos niños indios padecían sus idas y venidas en una Bombay que Danny Boyle retrató en “Slumdog Millionaire” (2008) y en las favelas de Río de Janeiro que transportaban a una dura realidad social que “Ciudad de Dios” (2002) de Fernando Meirelles supo desnudar. Es en ese mercado donde un adolescente, Víctor (Celso Franco), se gana la vida con su carro, transportando mercadería de los clientes a cambio de un puñado de monedas. Cuando otro carrero le arrebata un cliente, la suerte parece ponerse de su lado. Un carnicero le ofrece la mitad de un billete de cien dólares a cambio de llevar a un lugar determinado siete cajones de madera. Las instrucciones les serían dadas mediante un teléfono celular que le proporciona. La otra mitad del billete se le entregaría una vez finalizada la tarea. Víctor acepta el ofrecimiento y se convierte en el custodio de siete cajas, cuyo contenido desconoce. Liz (Lali González), amiga de Víctor, lo acompañará en esta tarea que, lentamente, se convertirá en trágica y peligrosa. Las siete cajas desatarán la aparición de personajes siniestros y ambiciosos que persiguen intereses mucho más profundos que los de Víctor.
Esta película constituye un thriller que contiene una trama consistente, coherente y sin fisuras. Persecuciones a través de laberintos de pasillos, balaceras inesperadas con muertes violentas, ambiciosas conspiraciones, necesidades económicas apremiantes y amores inocentes, son referencias que demuestran la complejidad narrativa de una atractiva historia que cuenta con un punto fuerte: sus diálogos están hablados casi en su totalidad en guaraní. Un gran acierto porque si el objetivo es introducir de lleno al espectador en la cotidianeidad de la sociedad paraguaya, está más que logrado. Como recurso, el uso de este idioma tiene cierta efectividad que es confirmada gracias a un elenco de actores poco conocidos que dan vida a cada personaje con un talento indiscutible.
Desde el punto de vista estético, hay que reconocer que es impecable. Un trabajo fotográfico de excelencia que realza cada cuadro que la magistral edición reagrupa para darle unidad a la cinta. Ese trabajo mancomunado, sin lugar a dudas, subraya la dinámica, la destreza y la adrenalina en la que esta trama nos sumerge desde los primeros momentos. Una más que elaborada e interesante composición musical y diseño de sonido terminan coronándola. Por último, es de destacar el trabajo de dirección a cargo de la dupla formada por Juan Carlos Menaglia y Tana Schembori (el primero de ellos también responsable del guión).
Contada mediante un ritmo vertiginoso que mantiene al vilo al espectador, esta película brilla y no debe pasar inadvertida. Creo que Hollywood tiene mucho que aprender de este cinta. No suelo recomendar muchas películas para que vean, pero “7 Cajas” no sólo es digna de recomendar sino que también garantiza 105 minutos de cine elevado a su mejor potencia.
Crítica realizada por Leonardo Arce.
La trama nos sumerge en un mundo particular. El entramado de callejuelas que conforman el laberíntico mercado de Asunción es el lugar donde conviven clientes, comerciantes honestos, traficantes, delincuentes, trabajadores incansables y policías corruptos. Me hizo recordar a aquellos espacios en los que unos niños indios padecían sus idas y venidas en una Bombay que Danny Boyle retrató en “Slumdog Millionaire” (2008) y en las favelas de Río de Janeiro que transportaban a una dura realidad social que “Ciudad de Dios” (2002) de Fernando Meirelles supo desnudar. Es en ese mercado donde un adolescente, Víctor (Celso Franco), se gana la vida con su carro, transportando mercadería de los clientes a cambio de un puñado de monedas. Cuando otro carrero le arrebata un cliente, la suerte parece ponerse de su lado. Un carnicero le ofrece la mitad de un billete de cien dólares a cambio de llevar a un lugar determinado siete cajones de madera. Las instrucciones les serían dadas mediante un teléfono celular que le proporciona. La otra mitad del billete se le entregaría una vez finalizada la tarea. Víctor acepta el ofrecimiento y se convierte en el custodio de siete cajas, cuyo contenido desconoce. Liz (Lali González), amiga de Víctor, lo acompañará en esta tarea que, lentamente, se convertirá en trágica y peligrosa. Las siete cajas desatarán la aparición de personajes siniestros y ambiciosos que persiguen intereses mucho más profundos que los de Víctor.
Esta película constituye un thriller que contiene una trama consistente, coherente y sin fisuras. Persecuciones a través de laberintos de pasillos, balaceras inesperadas con muertes violentas, ambiciosas conspiraciones, necesidades económicas apremiantes y amores inocentes, son referencias que demuestran la complejidad narrativa de una atractiva historia que cuenta con un punto fuerte: sus diálogos están hablados casi en su totalidad en guaraní. Un gran acierto porque si el objetivo es introducir de lleno al espectador en la cotidianeidad de la sociedad paraguaya, está más que logrado. Como recurso, el uso de este idioma tiene cierta efectividad que es confirmada gracias a un elenco de actores poco conocidos que dan vida a cada personaje con un talento indiscutible.
Desde el punto de vista estético, hay que reconocer que es impecable. Un trabajo fotográfico de excelencia que realza cada cuadro que la magistral edición reagrupa para darle unidad a la cinta. Ese trabajo mancomunado, sin lugar a dudas, subraya la dinámica, la destreza y la adrenalina en la que esta trama nos sumerge desde los primeros momentos. Una más que elaborada e interesante composición musical y diseño de sonido terminan coronándola. Por último, es de destacar el trabajo de dirección a cargo de la dupla formada por Juan Carlos Menaglia y Tana Schembori (el primero de ellos también responsable del guión).
Contada mediante un ritmo vertiginoso que mantiene al vilo al espectador, esta película brilla y no debe pasar inadvertida. Creo que Hollywood tiene mucho que aprender de este cinta. No suelo recomendar muchas películas para que vean, pero “7 Cajas” no sólo es digna de recomendar sino que también garantiza 105 minutos de cine elevado a su mejor potencia.
Crítica realizada por Leonardo Arce.
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