10 may 2014

Casi un Gigoló: La profesión más antigua del mundo

* * * *   MUY BUENA

John Turturro es un versátil actor; creo que nadie lo dudaría. Aparte de eso, cae bien; muy bien. Cuenta con capacidad suficiente para ponerse bajo el mando de los hermanos Coen, como en “El Gran Lebowsky” (1998) y “¿Dónde estás, hermano?” (2000), e introducirse en los explosivos mundos creados por Michael Bay para las tres primeras entregas de “Transformer” (2007, 2009 y 2011). Esta vez, dirige, escribe y protagoniza, junto al gran Woody Allen, una comedia con buenas cuotas de sensualidad, música y picardía.
La trama nos presenta a Murray (Woody Allen), propietario de una librería en la que trabaja junto a Fioravante (John Turturro). A punto de cerrar el negocio y perder sus fuentes laborales, Murray viene con una propuesta para su amigo y ex-empleado: la Dra. Parker (Sharon Stone), su dermatóloga, le insinúa que junto a una amiga (Sofía Vergara) tienen irrefrenables deseos de experimentar un trío en la cama. Para cumplir esa fantasía sexual, le dice conocer al hombre indicado. De esta manera, Murray se transforma en un proxeneta y Fioravante en su gigoló, quien resultó sorpresivamente muy solicitado por las mujeres de lo más exigentes.
Turturro utiliza recursos que son un sello distintivo en la cinematografía de Allen. No sólo lo tiene como co-protagonista en su filme sino que, a su modo, parece realizarle un homenaje. Le construyó un personaje (Murray) que le queda como anillo al dedo y logra destacarse, emplea una banda sonora basada en el jazz para ofrecer imágenes de lo más características de la ciudad de Nueva York y propone situaciones que van alternándose entre el drama y la comedia. Esto último es importante de resaltar, ya que es un logro difícil de conseguir en su justa medida. Aunque no pretende ni aspira “copiar” el trabajo del director neoyorquino, se nota su influencia y la devoción que le profesa Turturro, al conformar con él una muy buena dupla protagónica.
Hay sub-tramas que rodean la historia y una comunidad judía ortodoxa es el marco en el que se despliega, lo que permite realizar ciertas reflexiones sobre las reglas inflexibles que las regulan y la libertad religiosa. También presencia de un heterogéneo elenco contribuye a recrear esa visión cosmopolita de la gran ciudad, en donde conviven judíos, negros, latinos, blancos, etc.
Simple, sencilla y divertida, la película propone ese espacio que el espectador necesita para pasar un buen momento. Gran trabajo de Turturro que, sin muchas pretensiones, ofrece un resultado satisfactorio. Sé que el público en general estaría de acuerdo con esta conclusión.

Crítica realizada por Leonardo Arce.



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