* * * * MUY BUENA
Crítica realizada por Leonardo Arce.
Un versátil actor
dirigiendo un excelente equipo de talentosos actores constituye una combinación
perfecta para producir una comedia entretenida, pequeña y emotiva. El
legendario Dustin Hoffman se pone en la piel de director y nos deleita con su
ópera prima, en la que reivindica la tercera edad y el valor del paso del
tiempo.
“La vejez no es para cobardes” repite Cecily, un personaje entrañable en la trama. Y ciertamente hay mucha
verdad es esa frase; verdad que se pone de manifiesto en el transcurso de la
cinta. El miedo a envejecer es una sensación inevitable y suele traducirse en
un miedo al futuro. Pero en esta película, vemos un grupo de gente mayor,
olvidada y condenada al mero transcurso del tiempo, que vive el día a día
valorizando la cotidianeidad a través del recuerdo alegre de sus años dorados
con la música y asumiendo las limitaciones que el propio tiempo les impone.
La historia transcurre
en una pintoresca casona, lugar de descanso de un grupo de músicos y cantantes
retirados que han dedicado toda su vida a la ópera. La tranquila vida diaria se
ve sacudida ante la noticia de la llegada de un nuevo miembro a la residencia.
Reginald Paget (Tom Courtenay), Wilfred Bond (Billy Connolly) y Cecily Robson
(Pauline Collins), residentes del lugar, se sorprenden cuando se enteran de que
ese nuevo huésped es la gran Jena Horton (Maggie Smith). Los cuatro habían
formado un valioso cuarteto en el pasado, en tanto que Reginald y Jena habían
conformado un matrimonio fallido. Ese reencuentro les plantea la necesidad de
sanar las heridas abiertas, reasumir sus talentos, reconocerse a sí mismos en
la vejez, recuperar el tiempo perdido, creer en las segundas oportunidades y
volver a integrarse para recrear Rigoletto de Guiseppe Verdi, en la gala anual
de recaudación de fondos para el mantenimiento de la residencia.
Sin demasiadas
pretensiones, el guión cumple con el objetivo de contar una historia que atrae
y de permitir un juego actoral maravilloso. Allí es donde radica la fortaleza
de la cinta: la envidiable química entre los protagonistas; el cuarteto. Es de
destacar (y no es para menos) la actuación de Maggie Smith, quien vuelve a darnos
un formidable trabajo, revalidando con creces ese título que la coloca dentro
del selecto grupo de las mejores actrices británicas de todos los tiempos. No
es casual que su interpretación de haya sido galardonada con una nominación a
los Globos de Oro 2013 en la categoría Mejor Actriz Protagónica en Comedia y/o
Musical. Tampoco es casual que el director sea, precisamente, un actor.
Merece una consideración aparte la correcta dirección de Hoffman. La utilización de la cámara fija y de planos generales a lo largo de toda la película, se hace agradable a la vista y cuaja a la perfección en la construcción del espacio para que los actores interactúen. También se hace ineludible las referencias a la musicalización, vital para el desarrollo de la trama, compuesta por las principales obras de Verdi.
Sin caer en golpes bajos, teniendo elementos necesarios y de sobra para hacerlo, “Rigoletto en apuros” satisface al espectador: divierte y emociona, combinación difícil de realizar y de ofrecer en su justa medida. La aplaudo porque, siendo pequeña e intensa, logra emocionarme con tan solo ver las manos entrecruzadas de Reginald y Jena en la escena final, como diciéndonos: “nunca es tarde para apostar al amor”. Eso es algo que se agradece. Y mucho…
Crítica realizada por Leonardo Arce.
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