* * REGULAR
Nuevo trabajo del aclamado director Terry Gilliam ("Brazil", "12 monos") que llegó tímidamente a las salas de cine argentinas. Gilliam es un director diferente a la mayoría, con una visión particular de las historias cinematográficas, que esta vez nos trae un ensayo sobre la crisis existencial y la opresión del modelo capitalista actual. Personalmente creo que con "The Zero Theorem" no logró algo realmente trascendente, que haga reflexionar al espectador. Tampoco llega a ser entretenido.
La trama se centra en Qohen Leth, una especie de programador/calculador con muchos problemas psicológicos que trabaja incansablemente para una corporación oscura presidida por "La Dirección", un tipo que representa la opresión y el desborde del capitalismo. Entre sus desequilibrios, se refiere a sí mismo como más de una persona y está esperando obsesivamente una llamada que le explique el sentido de la vida. Sí, fumanchi para todos y todas. Un buen día, recibe la orden de trabajar un proyecto importante de la compañía, el "teorema cero", suya solución develará los secretos de la existencia. En el proceso conoce a una mujer que ayudará y dificultará a la vez la concreción de su trabajo.
La verdad es que "The Zero Theorem" es bastante densa, con un tratamiento de los temas centrales que expone muy superficial e incompleto. Parece que en el entramado del guión de Pat Rushin, Gillian se hubiera perdido y nos terminó ofreciendo un film intrincado que parece no tener un horizonte determinado, sino que ofrece como plato principal un viaje rápido por su mundo bizarro y nada más. Al haberse extraviado en lo que quería transmitirnos, nos termina llevando por un camino bastante aburrido hacia una tesis que queda clara a los 15 minutos de comenzar a ver el film, sin adicionar alguna cuestión más importante con el avance del metraje. Todo lo que sucede parece estar creado sólo para demostrar el mundo loco que pensó Gilliam estancándose en detalles visuales y máximas sobre el objeto de la vida tiradas al aire.
Las interpretaciones son buenas pero un poco pasadas de rosca, caricaturizando demasiado a los personajes. Si se tratara de una comedia, entendería la exageración en los diálogos y gestos que mantienen los personajes, pero la verdad es que está todo tomado tan en serio que no cuadra tanto histrionismo. Entre los nombres que podemos encontrar están los de actores muy buenos como Christoph Waltz, Tilda Swinton, Matt Damon y David Thewlis, pero no están bien aprovechados.
En conclusión debo decir que la bizarreada es bienvenida siempre que tenga un móvil importante de fondo y no sólo sea demostrar la personalidad excéntrica de un director de culto. Acá lo creativo, lo distinto, parece estar sólo al servicio narcisista del artista y no de la obra. De lo más flojito de Terry Gilliam.