* * * BUENA
Un drama que se centra en un personaje de la tercera edad, que deambula entre el recuerdo de su esposa recién fallecida y una conflictiva relación con sus hijos, parece ser un argumento convincente. Si a esto le sumamos la aparición de una bella joven que viene a dar un poco de luz a su insulsa vida, esa convicción se afianza. Y si todo esto es llevado a cabo mediante la actuación del veterano actor Michael Caine, el resultado inevitablemente está destinado a ser más que satisfactorio. “El último amor” es un drama que se construye con todos estos ingredientes.
Matthew Morgan (Michael Caine) y Pauline (Clemence Poesy) se conocen en un colectivo y, a partir de allí, entablan una tierna amistad, amistad que no será comprendida por los hijos de Mathew, quienes sospechan que Pauline es una joven manipuladora. Creo que la trama lleva como brújula el concepto de “redención” y de “paz consigo mismo”, porque el personaje de Matthew busca darle un sentido positivo a su vida que lo arranque de su soledad y Pauline colabora en esa búsqueda. La conflictividad que se desata a lo largo de la cinta permite afianzar esa capacidad de cambio que el protagonista intenta desplegar con cierta dificultad para el logro de la paz interna. Un modo de dejar todo en orden antes de la partida. También la trama utiliza la función que cumplen ciertas personas en relación a otras: esas bocanadas de aire fresco que vienen a mostrar el lado de la vida que aparece como oculto.
Hay momentos de total intrascendencia, pero hay otros que son muy disfrutables, efectivos y logrados. Sin lugar a dudas, éstos han sido escritos a medida para que Caine libere todo su talento. Que él es un maestro de la actuación es algo que no es un gran descubrimiento. Es el alma de la cinta y es lo que su director intentó dejar muy bien en claro. Y la ciudad de París ayuda bastante. Algo que merece ser destacado es la frescura de Clemence Poesy (quien personificó a la atractiva Fleur Delacour desde “Harry Potter y el Cáliz de Fuego” en 2005), quien hace una dupla un tanto extraña con el veterano actor, pero no por ello acartonada o forzada.
El cine nos ha dado muchos exponentes de personajes mayores transitando los últimos momentos de sus vidas que intentan subsanar todos los errores que han cometido a lo largo de los años. Esta película se ajusta a la perfección a esos postulados. Si bien no innova ni aporta algo nuevo, no deja de ser una película digna. No será recordada en lo inmediato, pero ayuda a pasar un buen momento.
Crítica realizada por Leonardo Arce.
Matthew Morgan (Michael Caine) y Pauline (Clemence Poesy) se conocen en un colectivo y, a partir de allí, entablan una tierna amistad, amistad que no será comprendida por los hijos de Mathew, quienes sospechan que Pauline es una joven manipuladora. Creo que la trama lleva como brújula el concepto de “redención” y de “paz consigo mismo”, porque el personaje de Matthew busca darle un sentido positivo a su vida que lo arranque de su soledad y Pauline colabora en esa búsqueda. La conflictividad que se desata a lo largo de la cinta permite afianzar esa capacidad de cambio que el protagonista intenta desplegar con cierta dificultad para el logro de la paz interna. Un modo de dejar todo en orden antes de la partida. También la trama utiliza la función que cumplen ciertas personas en relación a otras: esas bocanadas de aire fresco que vienen a mostrar el lado de la vida que aparece como oculto.
Hay momentos de total intrascendencia, pero hay otros que son muy disfrutables, efectivos y logrados. Sin lugar a dudas, éstos han sido escritos a medida para que Caine libere todo su talento. Que él es un maestro de la actuación es algo que no es un gran descubrimiento. Es el alma de la cinta y es lo que su director intentó dejar muy bien en claro. Y la ciudad de París ayuda bastante. Algo que merece ser destacado es la frescura de Clemence Poesy (quien personificó a la atractiva Fleur Delacour desde “Harry Potter y el Cáliz de Fuego” en 2005), quien hace una dupla un tanto extraña con el veterano actor, pero no por ello acartonada o forzada.
El cine nos ha dado muchos exponentes de personajes mayores transitando los últimos momentos de sus vidas que intentan subsanar todos los errores que han cometido a lo largo de los años. Esta película se ajusta a la perfección a esos postulados. Si bien no innova ni aporta algo nuevo, no deja de ser una película digna. No será recordada en lo inmediato, pero ayuda a pasar un buen momento.
Crítica realizada por Leonardo Arce.
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