* * REGULAR
Bueno, si bien la primera película del osito moquero alcanzaba como para divertirse un rato, esta secuela demuestra que la fórmula era débil y no daba para más que una entrega. Como dije en la reseña de la primera "Ted", Seth MacFarlane es un artista que ofrece un humor ácido y negro, irreverente, que no se mitiga ante el status quo de lo políticamente correcto. Dentro de esa gama de humor hay aristas que me parecen muy divertidas y otras no tanto. Entre las que no me hacen reír está la que se relaciona con los diálogos de la marihuana, algo en lo que MacFarlane insiste en esta historia. No tengo nada en contra de la marihuana, simplemente me parece que una conversación de dos o más personas fumadas no me hace reír. Me parece muy aburrido, tonto y que sólo puede hacer reír a otras personas que estén fumadas en ese momento.
En esta misma línea, está el chiste descerebrado. Por ejemplo, en uno de los trailers promocionales se puede ver una secuencia en la que están en la oficina de una abogada y ésta les hace algunas preguntas de ejercicio para estar preparados para una audiencia judicial. Ambos protagonistas, Ted (MacFarlane) y John (Wahlberg), se ponen a tirar palabras relacionadas a lo judicial al aire sin ningún tipo de sentido más que demostrar su estupidez... No es divertido, es simplemente estúpido. El problema con esta secuela es que en el balance humorístico hay más recursos berretas de este tipo que en la primera película, lo que inclina la balanza hacia un entretenimiento deficiente. La gente ya no se divirtió tanto y eso se vio reflejado en la recaudación, que esta vez fue de menos de la mitad que con la primera entrega. De todas maneras triplicó el presupuesto invertido por lo que creo que seguramente exprimirán una vez más esta naranja.
De la trama no hay mucho que decir. Ted decide tener un hijo con su esposa Tami-Lynn, para lo cual necesita un donante de esperma. Al principio decide conseguir el esperma de una figura deportiva famosa o del mismísimo Flash Gordon, pero todo sale mal. Luego se da cuenta de que John, su mejor amigo, podría hacer el trabajo. En medio de esto un dictamen judicial dice que Ted debe demostrar que tiene alma y no es solo una propiedad material para lo cual contrata a una abogada fumanchi como él y John, y así poder salirse con la suya. Rondando toda esta historia está Donny, el villano de la primera entrega que acá vuelve a la carga aunque queda totalmente descolgado y tranquilamente podría no haber sido parte del guión. Por supuesto todo termina a favor de Ted y su amistad con John.
En fin, una comedia de trama básica que debía servir como soporte para una camionada de chistes que finalmente funcionaron menos de la mitad de las veces. Sólo para aquellos espectadores que disfrutaron muchísimo la primera películas.
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