* * REGULAR
El director Antoine Fuqua, realizador de la recordada cinta "Día de entrenamiento" (2001), viene a ofrecer un drama cuyo libreto se basa en una receta bastante aceitada y puesta a prueba. Se trata de una producto que no tiene nada nuevo que aportarnos pero que, sorpresivamente, termina funcionando.
Billy Hope (Jake Gyllenhal) es un boxeador profesional que vive un exitoso momento familiar, profesional y económico. Pero la inesperada muerte de su esposa (Rachel McAdams) hace que Billy se sumerja en la depresión y cometa ciertos errores, lo que lo lleva a perder todo lo que le pertenecía, incluso a su hija. Sin amigos y sin familia, deberá redimirse para recuperar a su hija e intenta encontrar una oportunidad trabajando en el gimnasio de un entrenador de boxeo amateur (Forrest Whitaker). Pronto tendrá la oportunidad de recuperar lo perdido y de "vengar" su dolor.
Sin lugar a dudas, no deja de ser otra película más cuyo objetivo es retratar la vida de un deportista que afronta las duras adversidades de la vida para luego resurgir. Y si de boxeo se trata, es imposible no recordar la saga de "Rocky", que tan bien ha sabido exprimir esa fórmula a lo largo de más de cuatro décadas. Pero más allá de eso, lo que resulta de cierta manera imperdonable es el disparo continuo y permanente de clichés: el boxeador exitoso, la esposa que lo acompaña, los "amigos" que lo rodean, la vida perfecta, la tragedia, los "mocos" que comete el protagonista, la soledad, la muerte dolorosa, el desprecio, la redención, por supuesto la pelea final... Y mejor dejo de enumerar. Ni siquiera el guionista se ha buscado formar una veta diferente a una historia tan conocida. Va saturándose de elementos muy familiares por el espectador de modo tal que en ningún momento aspira a jugarse por un aporte fresco y renovador. Se trata de esa ausencia de riesgos para ir por el camino seguro. Algo que ya remarqué en anteriores reseñas.
Pero, ¿qué es lo que hace que la cinta medianamente zafe? Sin lugar a dudas, sus actores. Jake Gyllenhal, Rachel McAdams y Forrest Whitaker son las figuras más importantes y encaran sus papeles con solvencia. Ninguno de ellos tiene la posibilidad de destacarse porque el argumento apenas les permite que hagan un trabajo aceptable. Pero dentro de lo que la película plasma, las actuaciones terminan siendo lo más rescatable. Al menos hacen una interpretación coral creíble. El trabajo de Whitaker es lo más digno que se puede ver.
Algo para destacar es que la banda sonora ha sido compuesta por James Horner, regalándonos uno de sus últimos trabajos. Efectiva como siempre pero sin brillo.
Una película que va a pasar sin pena ni gloria, que no será recordada, pero que los amantes de historias de deportistas redimidos podrán ver para comparar con el resto de películas que usufructúan ese tipo de temáticas. No sé cuál será el resultado de esa comparación, pero en mi caso ha sido negativo. Para ver en una tarde lluviosa cuando no se encuentre mejor cosa que poner.
Crítica realizada por Leonardo Arce.
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