* MALA
Es la primera vez que me da vergüenza ajena ver una película. Comenzaba a plantearme la idea de que si lo que tenía al frente de mis ojos era una broma de mal gusto, de esas que te hacen para el día de los inocentes. Aún no salgo de mi asombro: parece que los productores (y, en este caso, uno de ellos es el protagonista de esta pseudo-cinta cinematográfica) no tienen escrúpulos en el afán de conseguir un par de billetes que justifiquen sus inversiones. Y justo se da la casualidad de que es Adam Sandler, el rey de la comedia barata norteamericana, quien nos trae una suerte de secuela de una película estrenada allá por el año 2010.
Lenny (Adam Sandler), Eric (Kevin James), Kurt (Chris Rock) y Marcus (David Spade) recrean el mismo concepto desarrollado en el argumento central de la primera parte. Con sus esposas e hijos, los cuatro inmaduros empedernidos viven alocadas aventuras en el último día de clases de sus niños, previo al comienzo de las vacaciones, en el pueblo en el que viven. Y nada más para agregar en relación al guión.
Siendo esto así, ¿cómo se rellena una cinta de una hora y media aproximadamente de duración? Los guionistas apelaron al mal gusto, a la poca creatividad (ni siquiera fueron capaces de resolver este problema con las viejas pero efectivas recetas de la comedia) y a la ridiculez para presentar una multiplicidad de situaciones que se van planteando una tras otra, sin ningún grado de coherencia y unidad argumentativas. Es decir, el error en la trama lo encontramos en la ausencia de un hilo conductor que vaya presentando y dando cuerpo a cada una de esas circunstancias para que no queden como hechos aislados entre sí. El director parece que se olvidó de que estaba dirigiendo una comedia familiar y lo que nos ofrece en pantalla es una secuencia inagotable de “sketch” mal logrados, que rozan el mal gusto, sin una dosis interesante de comicidad y que no superan ni siquiera el filtro del espectador menos exigente que podamos encontrar. Una pena que no exista un criterio de evaluación inferior al “malo”, pues esta propuesta se lo merece.
El elenco no alcanza a realzar nada porque no hay una historia que defender. Y en eso se resume todo: no hay una trama y esa ausencia genera pocas variables para analizar. Aparte del cuarteto de actores con aspiraciones de cómicos, nos encontramos con las presencias de Salma Hayek y Steve Buscemi (aún no encuentro explicación del por qué el actor de "Broadwalk Empire" aceptó un papel con nula trascendencia: ¿dinero?) quienes no suman ni restan, y cuyos talentos no son explotados ni aprovechados por el director (salvo la belleza de la mexicana).
Creo que Adam Sandler nos vende, en cada película que estrena, el mismo menú (más de lo mismo) y corre el riesgo de saturarnos (si es que ya no lo ha logrado). Que vaya buscando nuevos caminos y otras perspectivas; no pido mucho. Por el bienestar de los muchos espectadores que disfrutan de lo que él hace y por la grata sorpresa que podríamos llevarnos todos aquellos a quienes nos encanta defenestrar sus trabajos.
Crítica realizada por Leo Arce
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