* * * BUENA
Se torna difícil encontrar una película de animación no nacida del seno de las industrias hollywoodenses que tenga la proyección como la que ha tenido “Zambezia”. Originaria de Sudáfrica, se trata de un producto que no es tributaria de la estética de Disney-Pixar o de Dreamworks, pero que eso no significó impedimento para su estreno en las salas de nuestro país. Extraño, pero posible gracias a las voces aportadas por grandes personalidades del cine norteamericano tales como Jeff Goldblum ("Jurassic Park"), Abigail Breslin ("Little Miss Sunshine") y Samuel S. Jackson (¿hace falta que mencione alguno de sus filmes? Creo que no).
La película cuenta la historia de Kai, un joven halcón que vive con su padre Tendai, quien le ha inculcado la idea de que, en la vida, hay que sobrevivir. Confinados en un lugar desolado, Kai recibe una visita inesperada que lo anoticia de la existencia de una magnífica ciudad llamada Zambezia, en las que viven ciento de especies de aves, en paz y seguridad. Desafiando la negativa de su padre, Kai decide unirse a una bandada de aves que se dirigen a aquel lugar con el deseo de obtener una vida que no signifique sobrevivir. Una vez allí, el halcón se asombrará de su belleza, lo adoptará como su hogar, vivirá múltiples aventuras para transformarse en miembro de “Los Huracanes” (aves protectoras), conocerá los detalles del pasado de su familia y deberá proteger la ciudad de un grupo de iguanas lideradas por Budzo quien, junto a una bandada de aves de rapiña, conspiran para gobernar Zambezia.
Es de destacar que, pese a la disminuida calidad de la gráfica de sus personajes (quizás los personajes más secundarios son los más logrados visualmente), cuenta con escenarios naturales de impecable realización. Digno es de ver la primera vista de la ciudad de las aves, insertada en unas imponentes cascadas de aguas claras, y la sabana africana, en la que nuestro protagonista realiza un vuelo acrobático en cámara lenta, muy a lo “Ga’Holle, La Leyenda de los Guardianes” (2010). Mención especial merece la maravillosa y perfecta música que utiliza los sonidos africanos más característicos para ensalzar cada momento de la película, constituyendo este aspecto artístico, el más valioso.
Pero estos buenos aspectos estéticos no logran esconder los problemas que el guión presenta. Por momentos los personajes se enroscan en reflexiones filosóficas, como cuál es el correcto sentido de la vida (si sólo implica sobrevivir o si ofrece un amplio abanico de variables a tener en cuenta). En otros, aparecen claras referencias a la exclusión social y los derechos no respetados (las aves de rapiña cuestionan el por qué Zambezia los excluye del disfrute de los beneficios de la convivencia en comunidad). Son temas interesantes en una película animada si el destinatario de ella no fuera exclusivamente el público infantil (imagino muchas caras de niños que les preguntan a los adultos que los acompañan “¿qué están queriendo decir?”). Si el tiempo dedicado a las reflexiones hubiese sido utilizado el recrear escenas de aventura o mejorar las ya realizadas, el resultado se hubiese optimizado. Es por ello, que el guión se queda a mitad de camino, aún con todo el potencial que ofrecían los interesantes elementos que integraban la historia.
Con una de cal y otra de arena, “Zambezia” es un producto aceptable que tenía todo lo necesario para ser mucho más de lo que, efectivamente, es. Pero ello no debe quitarle ni una pizca del mérito que adquirió, al ser una las pocas animaciones no hollywoodenses que pisaron los cines argentinos. Y en formato 3D.
Crítica realizada por Leonardo Arce.
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