* * * * MUY BUENA
El director inglés Ken Loach viene a proponernos una comedia liviana, disparatada y divertida, pero añejada en un duro trasfondo social. De cierta manera, logra amalgamar drama y comedia de un modo interesante. Porque “La parte de los ángeles” es un reflejo de esa mezcla que gusta; una buena manera de desdramatizar situaciones mediante la efectiva utilización del tono de comedia.
Robbie (Paul Brannigan), un joven con problemas de violencia sobre sus espaldas, se transforma en un joven padre. Condenado a la realización de trabajos sociales a los fines de eludir la prisión efectiva, decide darle a su pequeño hijo y a su novia (una buena influencia para él) una vida diferente a la que él vivió. Junto a otros “inadaptados sociales”, Rhino, Albert y Mo, comparte sus largas horas de tareas comunitarias. Henri (John Henshaw), quien supervisa ese trabajo, los adentra en el mundo secreto del whisky. El punto inicial: un brindis tras el nacimiento del hijo de Robbie. Tras visitas a destilerías, reuniones y degustaciones, él va descubriendo su talento como catador y, de a poco, va cultivándolo. La subasta de una bebida añejada y valuada en miles de libras, se transforma en la oportunidad perfecta para que el grupo de jóvenes cambien sus destinos para siempre.
La historia se abre mostrando a varios jóvenes con ciertos problemas de adaptación. A través de la mirada de Robbie, se explicitan problemas como la exclusión, la violencia, el rencor y la venganza. Como si fuese un callejón sin salida, el espectador trata de ver una luz al final del túnel para nuestro desafortunado protagonista, pero se torna difícil de encontrar. La escena de la visita guiada a una destilería divierte, entretiene y marca, quizás, un quiebre en la película. El whisky, a modo de metáfora, se transforma en esa luz de esperanza; en la redención para los personajes y en la puerta abierta para escapar a la dura realidad de sus contextos personales. Y a partir de ahí se desatan una serie de situaciones disparatadas, apoyadas por un buen elenco que se comen las escenas cómicas.
La película dura lo que debe durar: una justa medida para contar una historia sencilla pero madura. Pero ¿qué es “la parte de los ángeles”? Vale la pena mencionarlo. Es ese 2% de whisky que se evapora cada año en el proceso de su formación. Se trató de una breve referencia al título de la película que se hace en la destilería. Pero esa idea no se aplica a la historia: la trama no se evapora; por el contrario, se solidifica. Y de una manera que entretiene. Para degustar de lo lindo...
Crítica realizada por Leonardo Arce
Robbie (Paul Brannigan), un joven con problemas de violencia sobre sus espaldas, se transforma en un joven padre. Condenado a la realización de trabajos sociales a los fines de eludir la prisión efectiva, decide darle a su pequeño hijo y a su novia (una buena influencia para él) una vida diferente a la que él vivió. Junto a otros “inadaptados sociales”, Rhino, Albert y Mo, comparte sus largas horas de tareas comunitarias. Henri (John Henshaw), quien supervisa ese trabajo, los adentra en el mundo secreto del whisky. El punto inicial: un brindis tras el nacimiento del hijo de Robbie. Tras visitas a destilerías, reuniones y degustaciones, él va descubriendo su talento como catador y, de a poco, va cultivándolo. La subasta de una bebida añejada y valuada en miles de libras, se transforma en la oportunidad perfecta para que el grupo de jóvenes cambien sus destinos para siempre.
La historia se abre mostrando a varios jóvenes con ciertos problemas de adaptación. A través de la mirada de Robbie, se explicitan problemas como la exclusión, la violencia, el rencor y la venganza. Como si fuese un callejón sin salida, el espectador trata de ver una luz al final del túnel para nuestro desafortunado protagonista, pero se torna difícil de encontrar. La escena de la visita guiada a una destilería divierte, entretiene y marca, quizás, un quiebre en la película. El whisky, a modo de metáfora, se transforma en esa luz de esperanza; en la redención para los personajes y en la puerta abierta para escapar a la dura realidad de sus contextos personales. Y a partir de ahí se desatan una serie de situaciones disparatadas, apoyadas por un buen elenco que se comen las escenas cómicas.
La película dura lo que debe durar: una justa medida para contar una historia sencilla pero madura. Pero ¿qué es “la parte de los ángeles”? Vale la pena mencionarlo. Es ese 2% de whisky que se evapora cada año en el proceso de su formación. Se trató de una breve referencia al título de la película que se hace en la destilería. Pero esa idea no se aplica a la historia: la trama no se evapora; por el contrario, se solidifica. Y de una manera que entretiene. Para degustar de lo lindo...
Crítica realizada por Leonardo Arce
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