* * * BUENA
"Sin hijos" es la nueva comedia de Ariel Winograd ("Mi primera boda", "Vino para robar") que tuvo gran éxito en Argentina este año. La verdad es que divierte, tiene buena calidad de realización y es un exponente digno del nuevo cine argentino que cada vez demuestra más que está a la altura de las realizaciones más mainstream del globo. Dicho esto, me parece que se la infló un poco de más y se la quiso hacer pasar como la comedia del año, algo con lo que no estoy de acuerdo. Tiene buenos momentos de humor a cargo de ese todo terreno que es Diego Peretti ("Tiempo de valientes", "Un amor"), la presencia de Maribel Verdú ("Y tu mamá también", "El laberinto del fauno") que le da vuelo internacional y la revelación de una futura buena actriz, Guadalupe Manent ("Signos"),
pero todo esto no alcanza para tapar varias falencias en la narración y algunas exageraciones que le restan puntos a la propuesta. Para empezar, hacer que la pequeña Sofía (Manent) de 9 años hable y razone como una adulta, por momentos insufrible, se pasa de rosca. Sí, a veces es divertido verla cambiar de roles con el personaje de Peretti y convertirse prácticamente en la madre del protagonista, pero por otros queda muy forzado e inverosímil. Ni hablar cuando por ejemplo lo trata de pelotudo al padre... literalmente. No resulta divertido, sino de mal gusto. Por otro lado, hay cuestiones de la narración que resultan torpes. Las secuencias que tiene Gabo (Peretti) con su padre (Horacio Fontova) y hermano (Martín Piroyansky), con los que tiene conflictos, sobre todo con su padre que los abandonó de chicos, están como inconclusas y entran y salen de la trama principal bruscamente. Lo mismo sucede con el timing de lagunas secuencias entre Peretti y Verdú. Con esto pareciera que la estoy sepultando a la película, pero no, lejos de eso. Sólo quería dejar en claro que no es tan fabulosa como nos habían contado. Es buena, es divertida y emotiva, por momentos muy inteligente en cómo seducir al espectador, pero no es una comedia a la altura de otros exponentes más grandes como "Relatos Salvajes", "Un cuento chino" o "Vino para robar" del mismo Winograd.
En cuanto a los aspectos técnicos, todo está muy cuidado y se nota que se lo puso atención a cada detalle que figura en pantalla. Acá la única crítica puede ser el tema de que se muestra una ciudad de Buenos Aires demasiado pulcra y limpia, algo que sabemos no es real. Buenos Aires está linda, pero no en el nivel de prolijidad que el director mostró en esta comedia.
Una comedia liviana y divertida, por algunos breves momentos emotiva, que se las ingenia para mantener enganchado al espectador. El balance, más allá de presentar algunos baches y clichés del género, es positivo.
pero todo esto no alcanza para tapar varias falencias en la narración y algunas exageraciones que le restan puntos a la propuesta. Para empezar, hacer que la pequeña Sofía (Manent) de 9 años hable y razone como una adulta, por momentos insufrible, se pasa de rosca. Sí, a veces es divertido verla cambiar de roles con el personaje de Peretti y convertirse prácticamente en la madre del protagonista, pero por otros queda muy forzado e inverosímil. Ni hablar cuando por ejemplo lo trata de pelotudo al padre... literalmente. No resulta divertido, sino de mal gusto. Por otro lado, hay cuestiones de la narración que resultan torpes. Las secuencias que tiene Gabo (Peretti) con su padre (Horacio Fontova) y hermano (Martín Piroyansky), con los que tiene conflictos, sobre todo con su padre que los abandonó de chicos, están como inconclusas y entran y salen de la trama principal bruscamente. Lo mismo sucede con el timing de lagunas secuencias entre Peretti y Verdú. Con esto pareciera que la estoy sepultando a la película, pero no, lejos de eso. Sólo quería dejar en claro que no es tan fabulosa como nos habían contado. Es buena, es divertida y emotiva, por momentos muy inteligente en cómo seducir al espectador, pero no es una comedia a la altura de otros exponentes más grandes como "Relatos Salvajes", "Un cuento chino" o "Vino para robar" del mismo Winograd.
En cuanto a los aspectos técnicos, todo está muy cuidado y se nota que se lo puso atención a cada detalle que figura en pantalla. Acá la única crítica puede ser el tema de que se muestra una ciudad de Buenos Aires demasiado pulcra y limpia, algo que sabemos no es real. Buenos Aires está linda, pero no en el nivel de prolijidad que el director mostró en esta comedia.
Una comedia liviana y divertida, por algunos breves momentos emotiva, que se las ingenia para mantener enganchado al espectador. El balance, más allá de presentar algunos baches y clichés del género, es positivo.
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