* * * BUENA
Esta película es una remake de una cinta tailandesa del año 2006 llamada “13: Game of Death”. El director alemán Daniel Stamm, responsable de “El último Exorcismo” (2010), realiza un thriller de terror que es efectivo a la hora de captar la atención del espectador de principio a fin sobre la base de un guión que tropieza consigo mismo.
Con una estructura argumental que guarda semejanzas con “Apuestas Perversas” (2013) pero con una clara diferencia de género (aquella es una comedia negra), “13 Pecados” nos presenta a Elliot Brindle (Mark Webber), un vendedor de seguros a punto de casarse y de ser padre, quien se queda sin empleo.
Los problemas lo agobian: un desalojo en puerta, un hermano discapacitado que no puede mantener y un padre que se encarga de hacerle la vida no muy fácil. Pero un extraño llamado le ofrecerá la solución de su vida: participar en un reality que tiene como premio una suma millonaria a cambio de que de cumplimiento a 13 desafíos. A medida que cumple cada uno de ellos, las sumas se le acreditan en su cuenta bancaria. Lo que no sabe es que cada desafío aumentará su peligrosidad, logrando hacer de Elliot un hombre sin escrúpulos y capaz de todo para lograr sus objetivos.
En “Apuestas Perversas”, los protagonistas, movidos por la necesidad, se sumergen en un juego de apuestas cada vez más peligroso a cambio de una gran suma de dinero. Aquí pasa exactamente lo mismo con Elliot. Pero donde aquella cinta triunfa, “13 pecados” fracasa. Es que el guión adolece de ciertos defectos que hacen una trama inconsistente. Los 13 desafíos que debe cumplir el protagonista están diseñados para jugar con su mente y sus valores morales. Pero en ningún momento la película plantea el debate interno del personaje ni complejiza su toma de decisiones. Esta perspectiva, hubiese dotado a la historia de elementos jugosos e interesantes para explotar. Sólo movido por el dinero, no mide las consecuencias de sus actos sino hasta el final de la cinta donde, “milagrosamente”, adquiere la plena conciencia.
Tampoco la historia presenta de modo digno los 13 desafíos, que se van sucediendo sin ninguna conexión lógica y son resueltos de manera sencilla. Aquí hay otra falencia de los guionistas, quienes no se detuvieron en darle el suficiente significado cada cuestión planteada. No hay una explicación convincente; solo los desafíos se presentan y se acaban. Un pequeño giro puede darse cuando Elliot descubra la existencia de otros jugadores que compiten con el por el premio. Pero aún así, el libreto no logra equilibrar la balanza.
A pesar de estos defectos, debo reconocer que el arco argumental es interesante, aún cuando no ha caído en buenas manos. El espectador no puede mantenerse indiferente a lo que se plasma en la pantalla. Meritoria es la actuación de Mark Webber (actor que ha trabajado en una multiplicidad de películas con poca publicidad), quien no brilla pero que le aporta a la cinta lo mejor que podía ofrecer.
Recalcaré hasta el hartazgo que el terror no es un género que capte mi atención, pero esta propuesta sí lo ha hecho. Si bien no hay trascendencia en los modos de llevarla adelante y en los elementos que emplea ni tampoco sienta un precedente valioso para el genero, se trata de una película que casi obliga al espectador a quedarse hasta el final para saber cuál será el destino de los personajes. En un género que produce cintas tan predecibles que ni siquiera hace falta gastar tiempo para descifrar su desenlace, lo que este exponente ofrece es saludable.
Crítica realizada por Leo Arce.
Con una estructura argumental que guarda semejanzas con “Apuestas Perversas” (2013) pero con una clara diferencia de género (aquella es una comedia negra), “13 Pecados” nos presenta a Elliot Brindle (Mark Webber), un vendedor de seguros a punto de casarse y de ser padre, quien se queda sin empleo.
Los problemas lo agobian: un desalojo en puerta, un hermano discapacitado que no puede mantener y un padre que se encarga de hacerle la vida no muy fácil. Pero un extraño llamado le ofrecerá la solución de su vida: participar en un reality que tiene como premio una suma millonaria a cambio de que de cumplimiento a 13 desafíos. A medida que cumple cada uno de ellos, las sumas se le acreditan en su cuenta bancaria. Lo que no sabe es que cada desafío aumentará su peligrosidad, logrando hacer de Elliot un hombre sin escrúpulos y capaz de todo para lograr sus objetivos.
En “Apuestas Perversas”, los protagonistas, movidos por la necesidad, se sumergen en un juego de apuestas cada vez más peligroso a cambio de una gran suma de dinero. Aquí pasa exactamente lo mismo con Elliot. Pero donde aquella cinta triunfa, “13 pecados” fracasa. Es que el guión adolece de ciertos defectos que hacen una trama inconsistente. Los 13 desafíos que debe cumplir el protagonista están diseñados para jugar con su mente y sus valores morales. Pero en ningún momento la película plantea el debate interno del personaje ni complejiza su toma de decisiones. Esta perspectiva, hubiese dotado a la historia de elementos jugosos e interesantes para explotar. Sólo movido por el dinero, no mide las consecuencias de sus actos sino hasta el final de la cinta donde, “milagrosamente”, adquiere la plena conciencia.
Tampoco la historia presenta de modo digno los 13 desafíos, que se van sucediendo sin ninguna conexión lógica y son resueltos de manera sencilla. Aquí hay otra falencia de los guionistas, quienes no se detuvieron en darle el suficiente significado cada cuestión planteada. No hay una explicación convincente; solo los desafíos se presentan y se acaban. Un pequeño giro puede darse cuando Elliot descubra la existencia de otros jugadores que compiten con el por el premio. Pero aún así, el libreto no logra equilibrar la balanza.
A pesar de estos defectos, debo reconocer que el arco argumental es interesante, aún cuando no ha caído en buenas manos. El espectador no puede mantenerse indiferente a lo que se plasma en la pantalla. Meritoria es la actuación de Mark Webber (actor que ha trabajado en una multiplicidad de películas con poca publicidad), quien no brilla pero que le aporta a la cinta lo mejor que podía ofrecer.
Recalcaré hasta el hartazgo que el terror no es un género que capte mi atención, pero esta propuesta sí lo ha hecho. Si bien no hay trascendencia en los modos de llevarla adelante y en los elementos que emplea ni tampoco sienta un precedente valioso para el genero, se trata de una película que casi obliga al espectador a quedarse hasta el final para saber cuál será el destino de los personajes. En un género que produce cintas tan predecibles que ni siquiera hace falta gastar tiempo para descifrar su desenlace, lo que este exponente ofrece es saludable.
Crítica realizada por Leo Arce.
1 comentario:
PÉSIMO FINAL, CONTRADICE TODA LA FORZADA TRAMA. ¿CÓMO ALGUIEN PUEDE LLAMAR BUENA A ESTA PELICULA? HORROR.
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