* * REGULAR
A Seth MacFarlane, creador de las series animadas americanas “American Dad” y “Family Guy”, no se le ocurrió mejor idea que regresar a la gran pantalla tras el éxito de “Ted” (2012) para ponerse, esta vez, delante de la cámara y protagonizar “esto”. Es verdad: Seth es propietario de un estilo humorístico tan particular que no todos logran apreciar. Lamento informar que no estoy incluido en ese círculo de aduladores de tal humor irreverente. Porque su segunda incursión cinematográfica me pareció un absurdo incomprensible que roza lo innecesario.
Ambientada a fines del siglo XIX en el Lejano Oeste, MacFarlane encarna a Albert Stark, un criador de ovejas que es abandonado por su novia (Amanda Seyfried), retado a duelo por el tercero en discordia (Neil Patrick Harris), entrenado por una hermosa pistolera (Charlize Theron) y perseguido por un peligroso bandido (Liam Neeson). Adviértase que se trata de Seth y un poco más de Seth; es decir, sólo Seth y nada más. El resto del elenco, bien gracias, es puesto como adorno para festejarle las ocurrencias a nuestro simpático protagonista, para serle funcional al puñado de chistes fáciles que se arrojan durante el metraje. Un desperdicio que no se haya aprovechado el talento de los actores para desarrollar un poco más los personajes secundarios y, de esta manera, enriquecer el guión.
Y aquí está el problema: el guión. Es que cuando una comedia aspira a fabricar carcajadas mediante chistes sexuales y escatológicos en altas dosis y de manera exclusiva, estamos ante un grave problema. El resultado final de esa decisión artística justifica plenamente el titulo de esta reseña. Hay que tolerar los clichés facilistas, el mal gusto y la previsibilidad durante más de dos horas. Aún no logro captar la lógica de la trama; no entiendo la necesidad extrema de ofrecer vulgaridad elevada al cuadrado con la esperanza casi intacta de que ello oficiará como hilo conductor para la risa. Hay otros modos de divertir al público sin ir por esos caminos.
Esta cinta no llega a calificar de mala gracias a unos breves momentos en los que somos testigos de sorpresivos cameos: por ejemplo, el del “Doc” Emmet Brown de la saga de Robert Zemeckis “Volver al futuro” y el de Jamie Foxx, bajo el sombrero de Django, el protagonista de la última película de Quentin Tarantino. Fuera de eso, está destinada al olvido. Y menos mal.
Creo que MacFarlane trastabilló muy mal intentando (porque considero que tampoco lo consigue) “parodiar” el género hollywoodense por excelencia: el western. Habrá que ver si se merece el perdón luego de semejante ofensa. Mientras tanto, se encuentra trabajando en su futuro proyecto cinematográfico: “Los Picapiedras”. Que el cielo nos proteja.
Crítica realizada por Leonardo Arce.
Ambientada a fines del siglo XIX en el Lejano Oeste, MacFarlane encarna a Albert Stark, un criador de ovejas que es abandonado por su novia (Amanda Seyfried), retado a duelo por el tercero en discordia (Neil Patrick Harris), entrenado por una hermosa pistolera (Charlize Theron) y perseguido por un peligroso bandido (Liam Neeson). Adviértase que se trata de Seth y un poco más de Seth; es decir, sólo Seth y nada más. El resto del elenco, bien gracias, es puesto como adorno para festejarle las ocurrencias a nuestro simpático protagonista, para serle funcional al puñado de chistes fáciles que se arrojan durante el metraje. Un desperdicio que no se haya aprovechado el talento de los actores para desarrollar un poco más los personajes secundarios y, de esta manera, enriquecer el guión.
Y aquí está el problema: el guión. Es que cuando una comedia aspira a fabricar carcajadas mediante chistes sexuales y escatológicos en altas dosis y de manera exclusiva, estamos ante un grave problema. El resultado final de esa decisión artística justifica plenamente el titulo de esta reseña. Hay que tolerar los clichés facilistas, el mal gusto y la previsibilidad durante más de dos horas. Aún no logro captar la lógica de la trama; no entiendo la necesidad extrema de ofrecer vulgaridad elevada al cuadrado con la esperanza casi intacta de que ello oficiará como hilo conductor para la risa. Hay otros modos de divertir al público sin ir por esos caminos.
Esta cinta no llega a calificar de mala gracias a unos breves momentos en los que somos testigos de sorpresivos cameos: por ejemplo, el del “Doc” Emmet Brown de la saga de Robert Zemeckis “Volver al futuro” y el de Jamie Foxx, bajo el sombrero de Django, el protagonista de la última película de Quentin Tarantino. Fuera de eso, está destinada al olvido. Y menos mal.
Creo que MacFarlane trastabilló muy mal intentando (porque considero que tampoco lo consigue) “parodiar” el género hollywoodense por excelencia: el western. Habrá que ver si se merece el perdón luego de semejante ofensa. Mientras tanto, se encuentra trabajando en su futuro proyecto cinematográfico: “Los Picapiedras”. Que el cielo nos proteja.
Crítica realizada por Leonardo Arce.
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