* MALA
Un nuevo exponente de la comedia liviana norteamericana. Otra película que se suma a una cada vez más nutrida lista de fiascos que confinan el género al lugar menos deseado del cine: al descrédito. Un nuevo intento que condena a la comedia romántica al filo de la guillotina. “El gran casamiento” es la nueva reina francesa María Antonieta, que camina con orgullo hacia un verdugo sediento de sangre. Porque, honestamente, se trata de una película indigerible.
Un guión parchado pero descosido,
que toma lo mejor y lo peor de los componentes elementales de una comedia, se
encarga de contar la historia de Alexandro (Ben Barnes) y Missy (Amanda
Seyfried), una joven pareja que transita los preparativos de su boda. Los
padres adoptivos del novio, Ellie Griffin (Diane Keaton) y Don (Robert DeNiro),
vuelven a reunirse tras diez años de haberse separado, a causa de que éste la
engañó con su mejor amiga, Bebe (Susan Sarandon). La trama se tensa cuando Alexandro
les anuncia que su madre biológica viajará desde Brasil para asistir a la boda
y que, a causa de sus creencias religiosas, no debe enterarse de que Ellie y
Don se encuentran separados. Por ello, deberán aparentar que son un matrimonio
tradicional y feliz, causando el malestar de Bebe.
Una historia bastante sencilla y
simple no impide que un director pueda proponer una elaboración personal
atractiva en el modo de presentarla, a los fines de hacerla tolerante a los
ojos no muy exigentes de la audiencia. Alguien con talento hubiese aprovechado
este mediocre libreto para realizar una película medianamente aceptable. Si la
idea de los productores y del director era promover un espacio de diversión
para el público, creo que deberían reintegrar el precio de varias entradas del
cine.
Sin una pizca de gracia, con guiños
cómicos repetitivos, carente de toda originalidad y pretendiendo introducir
innecesariamente ribetes dramáticos a través de tramas secundarias, la historia
no redondea los personajes y las relaciones que entablan entre sí. No resulta
lógica, por ejemplo, la relación conflictiva de un padre con su hija a lo largo
de toda la película para culminar, en sus últimos tres minutos, a las
sonrisitas. ¿Cuándo se produjo el quiebre positivo de ese vínculo? Nunca quedó
claro. Y subrayo algo intolerante: no creo que el recurso de ver a los
personajes cayéndose al agua tontamente logre robar algunas risas. ¡Vamos
guionistas! ¡Vale usar el ingenio y la imaginación!
Sin lugar a dudas, la historia recae
en los hombros de un reparto de lujo integrado por excelentes actores como
Robert DeNiro, Diane Keaton, Susan Sarandon y Robin Williams (quien parece
repetir su papel de “Licencia para casarse”), constituyendo esto su único punto
fuerte. Pero tratan de remar contra la corriente, no logrando ninguno de ellos
realzar y defender esta historia que no se está a la altura de semejantes
talentos. Un desperdicio tremendo contar con este elenco estelar y, asimismo,
irse a pique.
Subestimar al público es una
herramienta muy bien utilizada por los creativos hollywodenses actuales. Las
comedias románticas actuales parecen salir todas completas, con aderezo y
fritas, como si fueran una promoción ocasional de una rotisería.
Afortunadamente, el público las compra, pero no se chupa el dedo...
Crítica realizada por Leonardo Arce
Crítica realizada por Leonardo Arce
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