* * REGULAR
Vuelvo a repetir lo que ya he dicho en anteriores reseñas: el género del terror no es de mi agrado. Por lo tanto, le tengo poca paciencia a la hora de evaluarlo porque si de clichés hablamos, este género los tiene en toneladas hasta para hacer dulce. Parece que pedir un cuota de originalidad es una tarea titánica. La cinta lamentablemente no puede escapar de estos preconceptos porque no se esfuerza en marcar una diferencia a la hora de plasmar en pantalla algo medianamente decente.
Una intrépida arqueóloga se encuentra en París con la obsesión de encontrar la piedra filosofal, obra del alquimista Nicolás Flamel. Esa búsqueda la llevará a rodearse de un grupo de exploradores para ingresar a las catacumbas parisinas: un cementerio subterráneo de siglos atrás que conserva huesos humanos. El resto de la trama, creo que la podemos deducir sin mayores complicaciones.
Debo reconocer que la primera parte de la cinta me resultó singularmente entretenida. Más allá de que la búsqueda de la protagonista se basaba en mitos medievales, un poco de magia, leyendas y alquimia no le venía nada mal. Es más, la presencia de elementos narrativos atípicos en este género comenzaba a captar mi atención. Y la ciudad de París ayudaba a eso. Ese halo esotérico que se presentó inicialmente parecía que iba a orientar aquel viaje por las catacumbas parisinas para ofrecernos una vuelta de tuerca. Pero cuando la película iba promediando y los personajes se adentraban en las profundidades de las cavernas, uno se percata de que todo termina siendo la excusa para volver a caer, una vez más, en el lugar cómodo para no correr ningún tipo de riesgo. Porque demonios internos, culpas improvisadas, muertes inesperadas y asesinos encapuchados sobran. ¿Qué de nuevo se puede esperar si la trama se centra en un grupo de jóvenes encerrados en criptas subterráneas plagada de millones de huesos humanos? Nada más que otra decepción.
El director John Erick Dowdle plasma esta historia como si se estuviera filmando un documental: cámara en mano y personajes hablando y mostrando lo que ven a su alrededor. Este recurso fue original en su momento, pero el uso y abuso que le han dado hirieron de muerte su efectividad. Tantos exponentes del terror lo han malgastado a tal punto que ya no logran conmover al espectador. Pero incluso la técnica hubiese sido más que útil si acompañaba una buena historia que un director solvente cristalizara con un poco de compromiso hacia el género.
Resulta difícil definir la cinta porque en ella podemos encontrar vestigios de “El Código DaVinci” (2006), “El Proyecto Blair Witch” (1999) e, incluso, de “Indiana Jones y la última cruzada” (1989). Ni siquiera logra armar una concepción cinematográfica propia pues se va entretejiendo con “un poquito de cada cosa”. Esta indeterminación es mala; muy mala.
Crítica realizada por Leo Arce.
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