2 abr 2014

Nadie Vive: Todos muertos... hasta el guionista.

* *     REGULAR

Siguen, siguen y van más. Otra de terror que sólo sirve para aumentar videoteca de algún que otro fanático intransigente. “Nadie vive” es una película estrenada en 2012 que, con un par de años de retraso, llega a nuestros cines. Lamentablemente, la cinta es coherente con una lógica básica que es impuesta por un género que hace tiempo dejó de producir algo novedoso y digno de ser comentado.
A la trama de esta película no le falta absolutamente ninguno de los elementos clásicos y característicos del terror: derramamiento de sangre sin fin, cuerpos mutilados, cuchillos por doquier, persecuciones en la oscuridad, asesinatos en la ducha, etc. Lo que cualquier espectador está acostumbrado a encontrar en una cabal muestra del género lo va a encontrar, y en grandes dosis. En este punto, les aseguro que no defrauda. El director (el japonés Ryûhei Kitamura) se encargó de mostrar toda su pericia en dicha tarea, pero descuidó lo central: la trama, esa estructura esquelética tan pero tan importante que parece ser el punto débil del género. ¿Hasta cuándo sucederá eso? Y, parece que va para rato eso.
Pero volviendo a la trama: se trata de una historia que presenta a un grupo de asesinos que busca aprovecharse de una pareja ideal secuestrando a la bella joven a cambio de un rescate. Pero sin pensarlo, esos asesinos se darán cuenta de que el novio de la secuestrada es más peligroso que ellos.
Hay una fórmula que, en otras películas, ha resultado efectiva. El juego del “gato y el ratón” y la noción de una “víctima que resulta ser victimaria” son elementos que permiten construir una buena e interesante historia. Pero cuando entran en juego inconsistencias e incoherencias, dan como resultado la historia que esta película nos viene a proponer. Más allá de arcos argumentales secundarios que aspiran a enaltecerla pero que no lo logra, la trama nunca explica de manera convincente esa faceta de victimario del protagonista: el cómo y el de qué manera se produce ese cambio en su conducta, qué lo motiva, etc. Tampoco es fácil de explicar el arsenal de armas letales que repentinamente termina poseyendo para cometer el asecho al grupo de criminales. Por último, el protagonista tiene una cara de bueno que no asusta ni al más asustadizo
Con la exclusiva presencia estelar de un Luke Evans (conocido por interpretar a Bardo en "El Hobbit, La Desolación de Smaug" y en su última entrega a estrenarse) que no logra cumplir, la historia es demasiado bizarra y con poco estilo cinematográfico. Sumada a una estética que se asemeja a las películas de clase B, creo que es la explicación más acabada del por qué se estrenó en nuestro país dos años después de su lanzamiento. Quizás esa circunstancia era premonitoria; premonitoria de la innecesariedad de su estreno en nuestras salas.

Crítica de Leonardo Arce.


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