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En 1999, la factoría Disney nos trajo una versión animada de la historia creada por Edgar Rice Burroughs y nos regaló una película atractiva, divertida y con un fantástico repertorio de canciones a cargo de Phill Collins. ¿Quién no se acuerda de la emotiva “En mi corazón vivirás”? En 2014, una co-producción estadounidense y franco-alemana realizó una nueva animación basada en el Rey de la Selva. Retomando conceptos básicos de la historia original, realiza una revisión del Tarzán del siglo XIX para adaptarlo al siglo XXI, pasándolos por el tamiz de la modernidad y generando ciertos giros en la trama. El resultado es diametralmente opuesto al logrado por la versión de Disney.
Aquí la trama parte de la desaparición de los dinosaurios a causa de un gigante meteorito durante la prehistoria. Con el paso del tiempo, una manada de simios se encargan de custodiar el meteorito, una gran fuente de misterios. En la actualidad, el matrimonio Greystoke vive en la selva africana, intentando hallar la roca espacial. Tras una expedición por aire, los Greystoke mueren y sólo su pequeño hijo sobrevive, quien es adoptado por un grupo de gorilas que lo hacen parte de su familia. Criado como un simio, Tarzán aprenderá a convivir con su entorno natural hasta que se topa con Jane Porter, una joven aventurera e hija del compañero de su padre. La selva estará en peligro cuando William Clayton viaje a África con la clara intención de hallar aquel meteorito que, según se dice, tiene grandes poderes.
Creo que la intención de los productores de encontrar vetas interesantes para actualizar la historia que tanto conocemos gracias a la literatura y al cine, es algo para aplaudir y valorar. Entonces, ¿cuál es el problema de esta película? Por empezar, el gran problema radica en la animación: se nota cierta ausencia de originalidad en el diseño de los personajes y de los entornos. Debo confesar que hay un tramo demasiado similar a “Up, Una Aventura de Altura” (2009), hay ciertas recreaciones selváticas tan recargadas como las que vimos en “Lluvia de Hamburguesas 2” (2013) y varios rostros femeninos me hacían recordar a todas las películas de la blonda Barbie. Parecía un rejunte de criterios de animación que no terminaban aunarse para formar una visión propia y homogénea. Nada atractivo; pero nada.
Por otro lado, estos costados nuevos de la historia no la hacen más interesante que las versiones ajustadas a la novela original. Un remoto meteorito no realza ninguna trama si ella no es acompañada con acción y emoción. Y ese rejunte que sucede en la animación también se hace presente en el aspecto argumental. Hay momentos en que la naturaleza es llamada a auto-defenderse y un héroe único es el que amalgama esa defensa para llevarla a buen puerto, algo demasiado similar a lo que James Cameron recreó en “Avatar” (2009). Pero hay algo que falta y puede resultar imperdonable: que no se hayan propiciado momentos emotivos que toquen un poquito el corazón de quien la está viendo.
Si bien nada es nuevo y todo puede reciclarse, la idea es armar una historia con la que el espectador pueda divertirse y pasar un grato momento en una butaca. Esta versión de Tarzán, en términos generales, no defrauda pero no innova en nada a lo que ya hemos visto del niño criado por gorilas.
Crítica realizada por Leonardo Arce.
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