* * REGULAR
“Academia de Vampiros” es el nuevo ejemplar perteneciente a la estirpe de las adaptaciones cinematográficas de novelas infanto-juveniles. Hollywood ha sabido aprovechar exitosas sagas literarias y convertirlas en minas de oro, en las que se armonizaron buenas historias con propuestas cinematográficas atractivas. Lamentablemente, no estamos ante un caso de esa naturaleza. Lo rescatable de esta entrega es que demuestra todo lo que no debe hacerse con una saga literaria.
Por empezar, los elementos que constituyen la trama no son para nada originales. Un grupo de vampiros, que descienden de las grandes familias reales, son instruidos en la Academia Saint Vladimir en el arte de la magia y el control de sus poderes, en tanto que semi-vampiros son entrenados para la defensa de aquella clase ante la amenaza de la raza de vampiros malos. En este marco, Rose Hatthaway, una semi-vampiro, escapa de la academia junto a la princesa Lissa Dragomir. Tras un año de búsqueda, ambas son encontradas y devueltas al colegio. Ese regreso despertará una serie de conspiraciones que tendrán como objetivo la muerte de la princesa.
Si hay una similitud de las clases de magia que recibía Harry Potter en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería con las clases que reciben los vampiros adolescentes en la Academia Saint Vladimir, créanme: son ¿puras coincidencias? El diseño de producción, tan poco original, te transporta tranquilamente a los pasillos del famoso colegio de magia inglés. Ni siquiera tuvieron dignidad suficiente para no ser tan evidente en la copia. Incluso, hasta resultan un calco los uniformes de los estudiantes.
Si hay una similitud de las luchas de Edward Cullen y su familia con los Vulturi en la saga Crepúsculo con las batallas que se producen dentro de la Academia, síganme creyendo: siguen siendo ¿puras coincidencias? Una de las escenas iniciales muestran planos desde el aire de un bosque de pinos. Y en ese instante, tuve un deja vu. Pero más allá de eso, parece que el diseñador de los movimientos fatales de los vampiros se tragó una tras una las películas de la saga de vampiros romanticones.
Si me han creído, estarán de acuerdo en mi completa confusión. No sabía si estaba viendo una película de la saga del niño mago, con todos los misterios habidos y por haber que debía desentrañar, o si veía a Bella y Edward en una versión devaluada de Crepúsculo. ¿Qué es esto?; ¿qué estuve viendo? Sin lugar a dudas, un verdadero golpe al buen gusto, un menosprecio hacia el juicio del espectador, un verdadero robo cinematográfico, una carencia completa de originalidad y un rompe cabezas de piezas tan dispares que resultó ser muy mal armado. Ni siquiera Gabriel Byrne, el único actor que, quien escribe, pudo identificar dentro de un elenco plagado de figuritas jóvenes y bellas, pudo remar bote que hace agua por todos lados.
Pero acá no termina todo. El final de la película abre la puerta a la posibilidad de una continuidad de la historia. Ojalá alguien nos salve de la segunda parte.
Crítica realizada por Leonardo Arce.
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