* * * * * EXCELENTE
El aclamado director, actor, guionista y escritor Woody Allen vuelve a deleitarnos con una historia fiel a su estilo. El sello del neoyorquino se nota en “Blue Jasmine”, cuyo libreto contiene todos los elementos que caracterizan sus obras: cotidianos y complejos personajes que se entrecruzan en ocurrentes historias y que, a medida que la trama se va desarrollando, fluyen entre ellos intensos diálogos que desbordan comicidad e inteligencia, sin olvidarnos de que la musicalización (ese jazz que no nos sorprende en su filmografía) se apropia de las escenas que se nutren de bellas tomas de espacios en los que la historia se presenta.
Mi gusto personal me hace cuestionar a aquellas películas que se centran en un único personaje. Pero la desbordante y profunda actuación de Cate Blanchett me obliga a reconocer el gran valor que tiene en la trama el hecho de que todo gire en torno al personaje que nos regaló esta “bestia” de la actuación.
Así, vemos a Jasmine (Cate Blanchett), una distinguida y acaudalada mujer de la alta sociedad neoyorquina quien, de la noche a la mañana, ve cómo su vida se desmorona: de vivir la plenitud de su matrimonio con Hal (Alec Baldwin) rodeada de joyas, glamorosas cenas e influyentes amistades, a mudarse a un sencillo departamento de su hermana Ginger (Sally Hawkins) en San Francisco. Sumergida en una profunda crisis tras perder la fortuna amasada por su marido en base a negocios sucios, Jasmine se apoya en el alcohol y los antidepresivos. Atrapada entre la indefinición de su futuro y la conflictiva convivencia con su hermana, conoce a Dwight (Peter Sarsgaard), un diplomático que se enamora rápidamente de ella.
Con el interesante y efectivo recurso del flashback, la historia desarrolla el conflictivo presente de nuestra protagonista contraponiéndolo con el exitoso pasado que justifica su estado emocional para abordar los modos en que ella intenta construir su incierto futuro. Un arco argumental centrado en la sufrida hermana de Jasmine (una Ginger a cargo de Sally Hawkins quien, después de Cate, realiza una trabajo interesante y digno de destacar) le da una bocanada de aire fresco a la historia para que la permanencia de la protagonista en la pantalla no se transforme en una saturación. Si bien estamos ante un drama, los guiños cómicos son una parada obligatoria en el camino que Allen traza en sus guiones. Esta obra no es la excepción en este sentido.
Pero toda la película es Jasmine, un personaje que no pudo ser mejor concebido: una impecable caracterización ideada por su creador y una formidable construcción a cargo de Blanchett es una combinación que da como resultado a una sofisticada y elegante mujer con trastornos de bipolaridad que acapara toda la atención del espectador. Intensa, fresca, atribulada y nefasta, Jasmine pasa por un amplio abanico de sensaciones que desbordan la pantalla gracias al talento y la internalización que de ella hizo esta grandiosa actriz. Cate, de la mano de Jasmine y Allen, se ha garantizado su plaza en la carrera por el Oscar en la categoría Mejor Actriz y me aventuro a afirmar que la estatuilla dorada recaerá en sus manos.
Quizás no estemos ante la mejor obra de Woody, pero no hay dudas sobre los méritos de una magnifica tarea que llevó adelante en la delineación de un personaje emocionalmente tan rico que le permitió la construcción de un efectivo guión que es llevado a la pantalla con calidad, talento y solvencia. Brilla como guionista, brilla como director y deja brillar a una actriz. Y el público, obviamente, agradecido.
Crítica realizada por Leo Arce
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