"The tree of life" es la nueva película (ganadora de la Palma de Oro en Cannes 2011) del talentoso director Terrence Malick, un norteamericano cuya manera de filmar difiere totalmente de lo que uno se imaginaría de un típico director "yanqui". Para empezar, ¡una advertencia! Este film NO tiene una narración convencional, ni un hilo conductor delineado por donde el espectador recorrerá sin obstáculos la trama, sino todo lo contrario, lo pondrá en un ejercicio de reflexión (y paciencia) para absorber la visión experimental de Malick.
Esto quiere decir, que el que va esperando ver un drama convencional con Brad Pitt, en el que el rubio debilidad de Hollywood derrocha carisma por todos los cuadros en lo que aparece, lamento comunicarle ¡que está yendo al muere! Lejos de ser una historia estándar, "El árbol de la vida" es un ensayo artístico, que puede o no gustarnos, pero que definitavamente no pasa desapercibido.
Podríamos decir que es lo más raro que ha puesto en pantalla el director de grandes films como "La delgada línea roja" y "El nuevo mundo", como así también podríamos señalar que es el más controvertido, ya que gustará y disgustará apasionadamente a quienes concurran a verla.
Por mi parte, lo que primero que quiero remarcar y que realmente me maravilló, es la grandeza del director para captar la esencia y la belleza de las cosas que filma, ya sean personas, animales u objetos. Sabe exactamente como poner la cámara, como sacarle la mejor toma a algo tan simple como un vestido. Todo es pulcro y puro en las tomas de Malick. "The tree of life" tiene algunas de las imágenes más lindas que vi en el cine. Creo que nunca me las voy olvidar.
Por otra parte, la narración no tiene forma, o mejor dicho, tiene una forma que no estamos acostumbrados a ver, en la que la historia va y vuelve en el tiempo caprichosamente, en la que se plantean situaciones que jamás se retoman y en la que se resaltan gestos, sensaciones, que no responden a ninguna narrativa conductora. Esto resulta difícil de digerir para muchos, pero creo que la mayor dificultad no está centrada en este tema, sino en lo que plantea la cinta. Hay una reflexión claramente religiosa, que cada uno trabajará en la medida que tenga ganas. Habla del sentido de la vida, del amor, de Dios, de la familia, de la naturaleza, todo entrelazado en un uso conceptual que por momentos se pasa de rosca y hace que uno se pierda del concepto que tenía picando en la cabeza.
El resultado final es una experiencia cinematográfica distinta, artística y reflexiva, que puede fascinar o aburrir hasta el suicidio. A mí, me encantó.
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