* * * * * EXCELENTE
Nunca pensamos que una secuela de la aclamada "Blade Runner" podría ser exitosa, nunca hasta que nos dijeron que la nueva entrega sería dirigida por ese enorme director que es Denis Villeneuve ("Arrival", "Prisoners", "Incendies") y que el productor ejecutivo sería el mismísimo Ridley Scott, director de la primera. ¡Qué lindo que es cuando se hace buen cine con un producto de ciencia ficción! Esta continuación es tan buena que realmente me da ganas de que vuelvan ambos para hacer una tercera parte y cerrar una de las mejores trilogías que podría darnos el séptimo arte.
Lo primero que debo resaltar es el buen trabajo que se hizo con el guión. Los escritores Hampton Fancher y Michael Green lograron armar una historia que está a la altura de las circunstancias.
El relato interpela sobre la esencia de la humanidad y el avance de la vida por sobre todos los obstáculos. ¿Qué hace humano a un idividuo? La temática recuerda mucho a la trama de la serie de HBO, Westworld. Siempre es importante darle importancia al guión de una secuela, sobre todo si se trata de una del género de ciencia ficción. ¿Es el guión del año? Probablemente no, pero es lo suficientemente bueno como para justificar la vuelta de un clásico de este calibre. Esto es mérito también del director que elige cómo mostrar esa historia. Sabemos que Villeneuve tiene mucho pulso para contar buenas historias, tomándose su tiempo para transmitir todo lo que le parece pertinente. Quizás esta cinta dura un poco mucho para los tiempos en que vivimos. Unos 20 minutos menos no habrían venido mal para no impacientar al espectador más apurado. En mi caso, disfruté cada segundo de este film.
La cinematografía es sencillamente maravillosa. Ese mundo depresivo pero adictivo que creó Roger Deakins mantiene la mística de la primera entrega pero a la vez la estiliza de una manera que es para aplaudir de pié. Este artista nos regaló algunas de las mejores fotografías de películas modernas como Skyfall, Fargo, Sicario, True Grit y The Shawshank Redemption entre otras. Los colores, los planos, las locaciones, son hionóticas. A esto le sumemos un trabajo excepcional en lo que a efectos audiovisuales se refiere. Todo lo que se ve es futurista al mango pero se muestra con una naturalidad que parece algo que podría llegarnos en unos 10 años.
Por el lado de las interpretaciones, hay trabajos muy respetables, aunque la dinámica de la propuesta no es la más propicia para resaltar demasiado en este sentido. El personaje de Ryan Gosling es un replicante nuevo modelo, más obediente y más frío, por lo cual no demuestra mucho en su lenguaje corporal, pero así y todo logra cautivar y ser un buen reemplazo para Deckard como protagonista del relato. Acompañan Harrison Ford, Ana de Armas, Jared Leto, Dave Bautista, Mackenzie Davis y Robin Wright entre otros nombres de talento.
En este viaje en el que nos embarca Villeneuve, el destino final representa un gran premio, pero es ese viaje en sí, el transitarlo, lo que se lleva todos los laureles y gana el título de premio mayor. Un clásico de las próximas generaciones.
Lo primero que debo resaltar es el buen trabajo que se hizo con el guión. Los escritores Hampton Fancher y Michael Green lograron armar una historia que está a la altura de las circunstancias.
El relato interpela sobre la esencia de la humanidad y el avance de la vida por sobre todos los obstáculos. ¿Qué hace humano a un idividuo? La temática recuerda mucho a la trama de la serie de HBO, Westworld. Siempre es importante darle importancia al guión de una secuela, sobre todo si se trata de una del género de ciencia ficción. ¿Es el guión del año? Probablemente no, pero es lo suficientemente bueno como para justificar la vuelta de un clásico de este calibre. Esto es mérito también del director que elige cómo mostrar esa historia. Sabemos que Villeneuve tiene mucho pulso para contar buenas historias, tomándose su tiempo para transmitir todo lo que le parece pertinente. Quizás esta cinta dura un poco mucho para los tiempos en que vivimos. Unos 20 minutos menos no habrían venido mal para no impacientar al espectador más apurado. En mi caso, disfruté cada segundo de este film.
La cinematografía es sencillamente maravillosa. Ese mundo depresivo pero adictivo que creó Roger Deakins mantiene la mística de la primera entrega pero a la vez la estiliza de una manera que es para aplaudir de pié. Este artista nos regaló algunas de las mejores fotografías de películas modernas como Skyfall, Fargo, Sicario, True Grit y The Shawshank Redemption entre otras. Los colores, los planos, las locaciones, son hionóticas. A esto le sumemos un trabajo excepcional en lo que a efectos audiovisuales se refiere. Todo lo que se ve es futurista al mango pero se muestra con una naturalidad que parece algo que podría llegarnos en unos 10 años.
Por el lado de las interpretaciones, hay trabajos muy respetables, aunque la dinámica de la propuesta no es la más propicia para resaltar demasiado en este sentido. El personaje de Ryan Gosling es un replicante nuevo modelo, más obediente y más frío, por lo cual no demuestra mucho en su lenguaje corporal, pero así y todo logra cautivar y ser un buen reemplazo para Deckard como protagonista del relato. Acompañan Harrison Ford, Ana de Armas, Jared Leto, Dave Bautista, Mackenzie Davis y Robin Wright entre otros nombres de talento.
En este viaje en el que nos embarca Villeneuve, el destino final representa un gran premio, pero es ese viaje en sí, el transitarlo, lo que se lleva todos los laureles y gana el título de premio mayor. Un clásico de las próximas generaciones.
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