18 abr 2013

Jugando por amor: Liviandad... y no sé que más decir


* *     REGULAR

¿Por qué será que, tanto productores como guionistas y directores de comedias románticas, ponen todo su empeño en destrozar este género el que, ya de por sí,  bastante defenestrado se encuentra? ¿No va siendo hora de que se tomen con responsabilidad la tarea de formular una comedia con seriedad? ¿Y por qué no direccionan esos esfuerzos en hacer algo potable a la vista? Hollywood: ¡no pido tareas imposible! David O. Russell lo ha logrado, llevando a los mismísimos altares del cine a su comedia “Silver Linnings Playbook”. Y eso que Russell no es ni un extraterrestre ni un iluminado por ningún fuego sagrado o algo que se le parezca; solo es un director que se toma su trabajo con seriedad.
No puedo ocultar mi desdén por este género que muy pocas perlitas le ha dado al séptimo arte (hasta expresé ese desdén en algún que otro comentario a las consignas impartidas por nuestro  buen amigo administrador de Cinélico). Pero a pesar de ello, mantengo viva mi fe en su reivindicación. "Playing for Keeps" ni siquiera es un digno intento. Me pregunto si la película no se trata de una broma de mal gusto.
La historia se centra en George (Gerard Butler), una ex-estrella indiscutible del fútbol, cuyos días de gloria han quedado en el olvido, que intenta recuperar el vínculo con su hijo luego de que asume el papel de entrenador del pequeño equipo de fútbol al que su niño pertenece. A lo largo de la trama, el protagonista deberá aprender a lidiar con su hijo que parece alejarse; a lidiar con las lanzadas y para nada pudorosas madres “botineras” de los niños del equipo (Uma Thurman; Catherine Zeta-Jones), poco preocupadas en las actividades deportivas de sus hijos pero sí interesadas en los atributos físicos del entrenador; lidiar con las ansias de recuperar un lugar en el mundo del periodismo deportivo que tanto anhela; lidiar con sus sentimientos encontrados para con su ex-esposa (Jessica Biel), a punto de contraer matrimonio con otro.
Viéndolo así, parecen argumentos sumamente interesantes y ricos en aportes, pero sólo es hasta que se desarrollan los diálogos que, más que causar risa, producen exasperación. Y así la película va avanzando sobre terreno fangoso, al no quedar en claro si se trata de una comedia romántica, costumbrista, dramática, familiar, disparatada o infantil. El guión tiene el defecto de no establecer un punto concreto que enmarque la historia de modo tal que permita al espectador entender qué es lo que ocurre en la pantalla o hacia dónde pretende dirigirse. Es como un barco sin timón.
Un buen elenco, en el que debemos también incluir a Dennis Quaid, que recrea personajes poco atractivos, sin una pisca de gracia, que no permiten lucimiento alguno de ningún actor. Un desperdicio ver los talentos de una Uma Thurman y de una Catherine Zeta-Jones reducidos a papeles de señoras “necesitadas”.
No suelo ser tan violento con mi pensamiento; es más, siempre aspiro a encontrar el lado positivo a toda circunstancia. Pero, en este caso, no lo he logrado. De todas maneras, sepan disculpar a este germen de crítico que busca encontrar una comedia que siga alimentando esa fe en el género; fe que, con este tipo de obras, lentamente se va diluyendo.

Crítica realizada por Leonardo Arce.



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